Del círculo virtuoso al círculo vicioso

Laporta intentó morderse la lengua con el tema de los árbitros

Laporta intentó morderse la lengua con el tema de los árbitros / EFE

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Quedan ya muy pocas dudas de lo que le sucede al Barça. La durísima recaída después de un par de meses de esperanza con el fantástico 0-4 del Bernabéu como cumbre, ha devuelto el problema a la casilla de salida. Con las armas que tiene, todavía escasas, Xavi ha recuperado el estilo, pero no ha bastado. Con los fichajes de invierno, el equipo ha mejorado, pero tampoco ha bastado.

La cuestión es que la plantilla está descompensada y su calidad global es insuficiente. También falta personalidad, mucha personalidad, y capacidad de liderazgo sobre el terreno de juego. En cuanto se han lesionado Piqué y Pedri, los únicos líderes naturales de verdad, ya hemos visto cómo todo se ha venido abajo en el Camp Nou contra el noveno clasificado de la Bundesliga y el decimoctavo de la Liga. El baño de realidad ha sido brutal, trágico. Hay muchos jugadores que no sirven para el Barça. Hay que fichar calidad y personalidad.  

CÍRCULO VICIOSO

El problema es que la calidad y la personalidad, junto al gol, son lo más caro de este negocio y el Barça está inmerso en un círculo vicioso: has fichado caro y mal, has arruinado al club, has de pagar a los malos y no tienes dinero para fichar a los buenos. Con fichajes low cost no basta. En contraposición a este círculo vicioso, la candidatura de Laporta ganadora de las elecciones del 2003 inventó el término círculo virtuoso para reflotar al club en tiempo récord.

Su círculo virtuoso, que consistía en fichar dos estrellas mediáticas y tres jugadores excelentes que impulsaran al equipo y a la economía, empezó con una mentira piadosa, Beckham, y siguió de verdad con Ronaldinho y Messi. Obsérvese la dimensión mediática de los nombres. Y además, salió barato, pues Ronaldinho se fichó en el momento adecuado y Messi fue un regalo de Dios. Eran otros tiempos, pero Laporta sabe lo que hay que hacer y que no hay otra solución que fichar a, por lo menos, una estrella con clase, carisma y personalidad. En ello está, pero esta vez se lo han puesto muy difícil. Veremos qué es lo que inventa. 

LA CLAVE

Falta calidad y personalidad y Laporta sabe que solo con una estrella se remonta como en el 2003