Entre el cielo, el infierno y el purgatorio
Vi completa la Asamblea del FC Barcelona. Me corrijo a mí misma: hasta donde los compromisarios, el partido de Liga ante el Valencia y Jan Laporta decidieron el punto y seguido. Pintaban bastos en la platea y el presidente, al que no se le puede negar cintura, optó por posponer las dos votaciones más importantes hasta la previa del ‘clásico’. Tan buena decisión como ejercicio de improvisación, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados esta Junta Directiva. Desde los despachos, con profesionales poco hechos a salirse del guión y de la planificación, aseguran que muchos giros de guión vienen dictados por las novedades (siempre negativas, nunca positivas) que van conociendo sobre la marcha.
Querer fichar a Neymar este verano o tratar con Mino Raiola sobre Haaland viene dado por el desconocimiento de la realidad del club. Parece que no escucharon ni leyeron los informes de Carles Tusquets antes de las elecciones, en los que ya avisó que el estadio se caía a trozos y en la caja se suicidaban los ratones. Una verdad que el mandatario en funciones no escondió y que, a falta de detalles, ya avanzaba cuál era la situación: un infierno económico.
Con algo más de seiscientos compromisarios a las 20.30h, menos de un 1% de la masa social del club, la imagen que proyectaba el Barça al mundo estaba más cerca de la posguerra española que del siglo XXI. No son responsables de ello Laporta y los suyos, por supuesto, pero si hay que reconstruir el Camp Nou también deben modernizarse éste y otros aspectos. Previo a la asamblea se abrió un debate mediático sobre el modelo, con propuestas que oscilan entre el actual, el del Bayern y las SAD. Por lo escuchado en la sala, ningún socio ni socia avalan la última.
El ‘més que un club’ pasa, entre otras cosas, por ello y así lo defiende la actual directiva. Mantenerlo supondría tocar la gloria y significaría mucho más que los éxitos deportivos, que todo apunta tardarán en llegar. Hablamos del alma, un intangible que si se compra ni se vende. Un paso intermedio sería un purgatorio, una purificación final que quizá le permitiría llegar al Barça al cielo. Lo que me quedó muy claro el domingo es que nadie quiere quemarse en el infierno de los clubs-estado, por muchos podios deportivos que prometa. Pero el vía crucis será largo y tortuoso, como el camino de la balada de The Beatles.
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