Opinión

Cerezo que pida, Joao que sonría

Joao Félix, durante los ejercicios de calentamiento antes del choque ante el Celta

Joao Félix, durante los ejercicios de calentamiento antes del choque ante el Celta / Javi Ferrándiz

Cuando un futbolista llega al Barça acostumbra a pesarle un mundo la cifra por la que le fichan y se convierte muchas veces en su primer apellido del jugador. Le pasó a Philippe ‘120 millones’ Coutinho o a Ousmane ‘105 más variables’ Dembélé. Luego el rendimiento pone cada cifra en su lugar pero a muchos parece que jueguen con el equivalente del precio pagado por ellos en forma de ladrillos en la espalda. 

El caso de Joao Félix es muy distinto, ha llegado al Barça sin que su incorporación cueste un euro pero pronto ha despertado el prestamista para decirnos que nos preparemos que cuánto mejor juegue más dinero nos van a pedir. Cerezo, el presidente del Atlético, fue claro: “si a él le va bien es bueno para nosotros”, traduciendo, cada gol son cinco millones de euros por lo bajo. 

La verdad es que Joao Félix ha encontrado en el Barça un bálsamo en su turbulenta vida en los equipos de fútbol. Ha pasado de ser señalado en el Atlético, puesto en duda por la afición, sentado por el entrenador y fugado al Chelsea para tratar de solucionar sus problemas a aterrizar en el Barça y empezar a cambiar el rumbo.

Al portugués se le ve tranquilo, confiado y por fin parece que mida ese 1,81 que aparece en la ficha de la web de LaLiga. En el Atlético le veíamos jugar cabizbajo y haciéndose pequeño. En el Barça en cambio se asocia, mueve el balón, juega de memoria y lo más importante, sonríe. Quizás no era del mayor agrado de Xavi Hernández pero ha sido un ‘win-win’ para todos. El de Terrassa ha encontrado un 2x1, centrocampista con movilidad y delantero con instinto asesino. 

La calidad que tiene Joao Félix en espacios pequeños y movimientos rápidos no tiene parangón y eso le convierte en una arma letal si le acompañas de jugadores como Lewandowski siempre dispuestos a recibir el balón y devolverlo si hace falta.