El 'caso Casemiro' es impensable en el Barça
La mirada empresarial nunca debe perderse y vender a De Jong no tiene que ser un drama
El Real Madrid está meditando muy seriamente la venta de uno de sus pilares como es Carlos Henirque Casemiro. El Manchester United se ha lanzado a por el brasileño, de 30 años, y se habla de una oferta que podría alcanzar los 80 millones de euros. De llevarse a cabo el traspaso, no se espera un ruido desmesurado en la capital. Igual que cuando vendió a Cristiano Ronaldo por 100 millones a la Juventus o a Ozil por 45 millones al Arsenal cuando eran futbolistas a priori intocables en la casa blanca.
El tema deportivo siempre tiene soluciones. Solventar la economía cuesta mucho más, como se está demostrando en el Barça. Florentino Pérez lo tiene claro. Con las finanzas hay que aprovechar cualquier oportunidad y si pueden llegar 80 millones por Casemiro, como mínimo, la obligación es pensárselo.
En el Barça, en cambio, siempre ha existido mucha más sensibilidad con las ventas. Cuesta horrores desprenderse de jugadores que pueden estar en un momento álgido, pero cuyo rédito económico sería alto y quizá evitaría llegar a la situaciones límites como la actual. Pero no es una cuestión solo de Bartomeu, es prácticamente cultural.
Con Rivaldo o Ronaldinho, por ejemplo, se apuró hasta el último instante para dejarlos salir sin que la economía tuviera un impulso antes de alcanzar su declive. Y de forma más reciente, jugadores como Villa o Luis Suárez siguieron el mismo camino hacia el Atlético de Madrid solo para aligerar nóminas.
El FC Barcelona teme a su entorno y las reacciones a ventas impopulares. Ahora se está viendo con Frenkie de Jong. Un jugador que ya debería haber sido traspasado, aunque Xavi lo quiere, Laporta respeta el criterio deportivo y la puerta de salida nunca se acaba de abrir. No convocarle para la gira americana, por ejemplo, era una medida suficientemente contundente para que el jugador probablemente aceptara irse al Manchester United. Pero fue un paso demasiado controvertido que el club no quiso dar. Como tampoco se atrevió a dejar en la grada a Dembélé en la segunda vuelta cuando se negó a renovar o aceptar una venta en el mercado de invierno. Decisiones en clave empresarial, bien vistas por Mateu Alemany, pero que chocan con la tradicional susceptibilidad culé.
Los valores marcan la identidad, pero hasta cierto punto. El Barça no debe descuidar la mirada hacia la gestión. Vender a De Jong no debe ser un drama. Mucho peor es activar palancas a la desesperada.
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