El cartero ya no llama más veces

Leclerc y Sainz, tras la carrera en Bahrein

Leclerc y Sainz, tras la carrera en Bahrein / Scuderia Ferrari

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

Recuerdo el día que Puyal decidió llamarle “don Andrés” al bueno de Iniesta y “Senyor Xavi” al actual entrenador del Barça. Con aquella denominación el Mestre consagraba mediáticamente a dos jugadorazos que ya habían demostrado ser mucho más que “brillantes canteranos”. No se trataba sólo de un bautizo para las ondas, sino de una investidura artúrica en la que “el Quim” les tocaba con su Excalibur sonoro para ungirles públicamente como futbolistas diferentes, especiales.

Y al rebufo de la misma estela, tal vez haya llegado el momento de desterrar el familiar “Carletes”, el siempre desaconsejable “Carlitos”, o los más manidos “el hijo de Sainz”, o el abreviativo “Jr”. Siguiendo el consejo de su padre, sabia recomendación por su parte, Carlos Sainz se ha pasado la vida “mandando mensajes” desde que llegó a la F1. Hoy tal vez ya no los necesite porque nadie en el paddock ignora su talento. Porque Carletes ya no es Carletes sino Don Carlos Sainz Vázquez de Castro, que su mamá Reyes también algo tendrá que ver en su éxito, digo yo. El acuse de recibo a esa actividad comunicativa más manifiesto es la voluntad de Ferrari, ni más ni menos, de acogerle en su seno por mucho más tiempo del que habían acordado en su anterior contrato.

El año pasado Don Carlos se graduó con nota en su estreno con Ferrari al volante del SF21. Terminó quinto, por detrás de los pilotos de Red Bull y Mercedes. Es decir: fue “el primero del resto”. Consiguió cuatro podios y marcó 164’5 puntos, 5’5 más que su compañero Charles Leclerc, a quienes muchos -empezando por Mattia Binotto- atribuyeron el rol de piloto número 1 de la formación, pese a que luego acabó por detrás del madrileño en el campeonato: séptimo. Sainz no sólo cuajó una brillante temporada en 2021, sino que demostró una progresiva adaptación al coche y al equipo realmente evolutiva. Una tarea que no siempre es fácil para quien aterriza en Maranello por primera vez; menos sin la necesidad de crear un clima de confrontación.

No se si para “contrarrestar” el efecto de la victoria de Leclerc en Sakhir -a lo que no le veo ninguna necesidad- pero últimamente detecto una tendencia a querer comparar, contrastar, incluso enfrentar a los dos pilotos de la Scuderia, cuando incluso el propio jefe de equipo ha recalcado que, al menos en el inicio de la campaña, ninguno tiene prioridad. Que Sainz lo hizo extraordinariamente bien en 2021 es obvio. Según el tradicional ranking de los Team Principals Carlos fue el cuarto mejor piloto del año, superando en cuatro posiciones el lugar de la temporada precedente, mientras que Charles fue sexto, perdiendo tres en esa clasificación de la anterior.

Pero no nos flipemos: ni Leclerc, que parecía taaaan bueno en 2020 se volvió tonto el año pasado, ni Sainz se mutó en Superman. Y este, aunque Carlos no terminara satisfecho de su actuación en Bahréin (donde fue segundo por detrás de su compañero en un espectacular doblete “rosso”) la igualdad será máxima. No necesitamos de enfrentamientos artificiales ni de exhibiciones de patriotismo barato para asegurarnos el disfrute.

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