Boca y River tienen razón, jugar en Madrid es de locos

Los aficionados de River tendrán que ver la final en Madrid

Los aficionados de River tendrán que ver la final en Madrid / AFP

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Madrid se ha metido en un buen lío. No hacía falta. Es un riesgo innecesario. Un peligro evidente. Una amenaza al fútbol. Estamos hablando de un partido que más parece una crónica de sucesos. El River-Boca está previsto que se juegue el próximo domingo en el estadio Bernabéu pero en este momento todo está en el alero ya que los dos clubs se cierran en banda y no quieren jugar en España. Se sabe que están dispuestos a no viajar, que han pedido a la Conmebol que reconsidere la decisión. Por parte de los aficionados argentinos el sentimiento es el mismo, la Copa Libertadores de ningún modo se puede convertir en la Copa de los Conquistadores.

Con este escándalo mundial han quedado retratados todos. No se salva nadie. El espectáculo que han dado al mundo es triste y deprimente. Una historia de violencia y terror, convirtieron un partido de fútbol en una guerra. Si analizamos a los protagonistas, todos se merecen un suspenso y la descalificación. Argentina como país, y el fútbol como espectáculo, han caído muy bajo. Vergüenza y drama a la vez. 

Boca y River Plate han quedado retratados como dos clubs incapaces de controlar a sus aficiones salvajes, mezcla de corrupción y mafia. Primero la Federación Argentina y después la Conmebol han sido incapaces de solucionar el problema pasando la pelota a la FIFA que pidió ayuda a la Federación Española. La policía argentina no ha detenido a ninguno de los seguidores que convirtieron el previo del partido en una batalla campal. La mejor respuesta a unos incidentes tan graves, es la suspensión del partido de vuelta. Un correctivo duro y ejemplar. Nada de esto ha sucedido. Llevar este maldito partido a 10.000 kilómetros es una señal de incapacidad. Florentino Pérez se equivoca aceptando esta final cuando se negó por dos veces a acoger la Copa del Rey. Es un agravio comparativo evidente. Como mucho, esta final interminable se debería jugar a puerta cerrada, en Argentina, sin espectadores. No tiene ningún sentido convertir el Estadio Bernabéu en un fortín rodeado de las fuerzas del orden público por mucho que España presuma de experiencia en dispositivos de alto riesgo. El evento está tan politizado, que hasta han solicitado el visto bueno el presidente del Gobierno español. 

Todavía están a tiempo de no hacer más grande el problema. Que se olviden de jugar en Madrid. Que escuchen a los aficionados. Que hagan caso a los jugadores. Solo hay dos salidas posibles. O suspender el partido o jugarlo en Buenos Aires a puerta cerrada. Todo lo demás será un  escándalo y una injusticia. La FIFA no ha estado a la altura ya que la respuesta debería ser un castigo severo y ejemplar al fútbol argentino, caiga quien caiga. Nos esperan horas calientes e inciertas. Hasta que termine en Buenos Aires la reunión del G-20 y se marchen los presidentes más importantes del mundo, no se tomará la decisión definitiva. Pero no se puede demorar más allá del lunes ya que la logística del cambio de sede a Madrid es complicada. No deja de ser curioso que la Federación Española no deje jugar un partido de la Liga en Miami y en cambio Rubiales se apunta con entusiasmo a acoger la final más desprestigiada del mundo.

River y Boca no son más que la demostración de la crisis que vive Argentina. Un país que en el siglo XXI todavía utiliza el fútbol para tapar sus vergüenzas, sus desequilibrios económicos, la situación de pobreza de muchos ciudadanos. La Final de la Copa Libertadores ha dejado de ser un evento deportivo desde el momento en que la pasión se ha convertido en violencia. Las guerras fratricidas en Buenos Aires son un espejo del odio y la rivalidad mal entendida. Creemos sinceramente que lo mejor es que la final no se celebre en el Bernabéu para no correr el riesgo que de forma oculta viajen a Madrid las ‘Barras Bravas’, grupos violentos organizados dentro de las hinchadas del fútbol. Su poder dentro y fuera de Boca y River es terrible, si no tienen entradas pueden causar destrozos y batallas campales en la calles madrileñas. Los ‘Barras Bravas’ son bandas de aficionados constituidas con estructuras jerárquicas que llegan a la extorsión, tráfico de drogas y robos. Son los culpables de gran parte de las muertes relacionadas con el fútbol en Argentina en los últimos años, grupos ilegales fuera de la ley.