Lo que el Barça puede aprender de Ferguson

Sir Alex Ferguson, histórico entrenador del Manchester United

Sir Alex Ferguson, histórico entrenador del Manchester United / Clive Brunskill

Guillem Balagué

Guillem Balagué

No te entregues nunca. Así se titula el documental sobre la carrera de Alex Ferguson dirigido por uno de sus hijos. La noche en Barcelona, aquella extraordinaria final de Champions ganada en los últimos tres minutos al Bayern Múnich, fue sin duda el momento más importante (¿de su vida? Abandonó su labor como padre y marido durante cinco décadas, dice él mismo). No se trató solo del éxito deportivo. Había mezclado en el ADN del club cosas que ya tenía (el aprecio a la juventud, la necesidad y expectativa de victoria) con una mentalidad que ese día, trece años después de llegar a Old Trafford, daba su fruto: la de nunca darse por vencido. Su historia acababa de completarse. Solo que… unos minutos antes del empate del Manchester United (a falta de tan solo dos para el final), Ferguson estuvo preparando lo que les iba a decir a los futbolistas: llegar a una final de la Champions y haber ganado la copa y la liga era un éxito extraordinario. El entrenador tiene poquito que hacer cuando quedan dos minutos. Su trabajo está hecho durante la semana, durante la temporada, desde su llegada. Pero, tras otro saque de esquina justo antes de la prórroga, su equipo le dio la vuelta al encuentro. 

Sir Alex decidió contar delante de cámaras de dónde viene su pasión, su energía, su exigencia después de estar a punto de morir. El mismo día que entró en un hospital de Manchester tras una hemorragia cerebral fueron ingresados otros cinco pacientes con la misma dolencia. Murieron tres. Echando la mirada atrás, sus conclusiones (es decir, la historia que se cuenta a sí mismo para darle sentido a la vida que casi se le escapa) son rotundas. Ferguson es de Govan, un barrio obrero de Glasgow, con un elevado sentido de la comunidad y donde se daba de tortazos con quien fuera para resolver temas, digamos, éticos. Tiene claro lo que está bien y mal.

Tras alcanzar su sueño, llegar al Rangers como futbolista, se le expulsó después de ser escogido como el villano del equipo: el deseo de venganza, el querer correr más que el resto para que no le alcanzaran nunca más le sacó de la cama todos los días. Y con esos ingredientes creó una cultura de club, unos mínimos que le sirvió para ganar mucho en casi tres décadas de liderazgo. El legado verdadero será la decisión más valiente y algo que no se verá durante años ni saldrá en los diarios: elevar el nivel de exigencia y avanzar en el camino. Esa es la gran lección de sir Alex. La oportunidad en el FC Barcelona, en medio de la confusión reinante, es histórica.