El corazón de Araujo evita la vergüenza

Araujo se lamenta durante el partido ante el Granada

Araujo se lamenta durante el partido ante el Granada / AFP

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Este Barça es un drama. No juega absolutamente a nada. Y no todo es culpa de Koeman. Le faltan futbolistas que podrían ser determinantes en ataque (Ansu Fati, Dembélé y hasta Kun Agüero). Pero el problema no solo está en la incapacidad ofensiva del equipo. Peor aún es la falta de ideas en la construcción. Nada. El vacío absoluto. Cuando la mejor opción es bombear balones para que los remate Araujo de cabeza no hace falta decir nada más... Es terrible el empobrecimiento futbolístico de este Barça. Los veteranos han entrado en una fase de decadencia sin remedio. Y los jóvenes se sienten perdidos entre tanto descontrol. El desconcierto es absoluto y cualquier rival, por débil que pueda parecer, se convierte en un enorme enemigo. Como sucedió este lunes con el Granada, que sólo había sumado dos puntos hasta su llegada al Camp Nou.

El técnico holandés se defendía, al final del encuentro, con una frase que demuestra su impotencia: “Viendo la convocatoria... ¿Qué vamos a hacer, jugar al tiki taki? Hemos hecho lo que había que hacer”. Es decir, insistió en la teoría del “esto es lo que hay” que defendió (también Piqué) tras la humillante derrota ante el Bayern. Es triste pensar que este Barça solo puede ofrecer el bochornoso espectáculo de anoche. Cuesta creer que va a ser así toda la temporada. Pero tengo la sensación de que vamos a tener que empezar a acostumbrarnos a esta imagen de equipo pequeño que lucha por sobrevivir.

Esta tenía que ser una semana de 9 puntos en la Liga. Para que todo el barcelonismo recuperara la serenidad perdida. No había otro remedio que ganar, ganar y ganar. Es el único camino que le queda a este nueve proyecto (que ha empezado tambaleándose) para enderezar el rumbo. A la espera del regreso de los lesionados y la llegada de los probables (e imprescindibles) refuerzos del mercado de invierno. La victoria de anoche ante el Granada debía ser el primer paso. No pudo ser. Todo es tan decepcionante, tan desesperante, que cualquier acción positiva es aclamada con una euforia desmedida. Es tan grande el desencanto, la frustración, que el público que aguantó estoicamente el feo partido del Camp Nou celebró como un gran triunfo el gol del empate de Araujo. Se salvó un punto in extremis pero volvió a quedar claro que este equipo no tiene presente. Tal vez futuro. Pero presente, seguro que no...