Antes del Clásico

El uno de octubre se jugará el clásico del Bernabéu

El uno de octubre se jugará el clásico del Bernabéu / Afp

MIKEL LEJARZA

Ya aparece por el horizonte el primero de los "clásicos del siglo" de esta temporada y a él llegan los dos contendientes con dudas y alguna que otra certeza. El Madrid renqueante en Europa, es líder en la Liga y ejercerá como tal. Es su gran objetivo del año y con un equipo en el que los descartados Bale y James brillan más que el fichaje estrella Hazard, y en el que los tradicionales Benzema, Ramos, Casemiro y Modric continúan siendo imprescindibles, será un rival duro de batir porque este Madrid de Zidane sólo juega cuando se motiva y ante el Barca lo hará y de qué manera. 

Enfrente el Barca 19/20 continúa siendo un púgil con tanta pegada, como problemas en defensa que sólo el extraordinario hacer de Ter Stegen y el incombustible Piqué ayudan a ocultar. Las bajas producto de una pésima pretemporada y el desbarajuste que ocasionó el posible fichaje de Neymar han tenido al Barcelonismo un tanto despistado, lo que unido al tardío arranque de Messi y un aluvión de lesiones, provoca que después de mucho tiempo el Barca llegue al clásico por detrás del Madrid y por la tanto con la victoria como necesidad absoluta. Un Madrid que ganara el clásico , lograría una importante ventaja y sería difícil de atrapar en una carrera que lleva demasiado tiempo resistiéndosele. Así se vive hoy en día en el Barca, con partidos que son finales semanales y a los que se enfrenta con media defensa titular de baja; un centro del campo en el que De Jong es la mejor noticia del curso, pero en el que Busquets y Rakitic siembran tantas dudas que el coraje de Vidal se antoja imprescindible; y una delantera que se pregunta que hacer con Griezmann o Dembélé ante la irrupción de Ansu Fati, el mayor talento que ha dado la Massia desde Messi. Todos bajo la atenta mirada del taciturno y eficaz Valverde que continúa bajo permanente estado de sospecha.

Mientras Madrid y Barca preparan el enésimo duelo en OK Corral, el resto de contendientes de la Liga que pretende ser la mejor del mundo, continúan alejados de ambos. El Atlético de Simeone sigue fiel al estilo de un entrenador que parte de la premisa de que es inferior y que sólo a base de rudeza puede aspirar a ganar. No tiene en su cabeza el gol, sino evitarlos, y de ahí que compita siempre y casi nunca gane. El Valencia es el ejemplo de un equipo que ha  perdido su raíz, aquella que le une con los aficionados y la sociedad más que con un accionista que se entera por teléfono de la marcha de su equipo. El Sevilla de Lopetegui es también como su entrenador. Juega bonito, tiene jugadores excelsos, pero Europa League al margen no termina de cuajar en serio aspirante a romper el duopolio. El Athletic y la Real comenzaron muy bien, pero al fútbol vasco, tan representado en Primera División, le falta ambición y le sobra fragmentación para ser un referente más allá de su límites geográficos. Luego, cada año hay algún equipo que como el Getafe el curso pasado y el Granada en éste se convierte en la sorpresa de la temporada y dejan de serlo en la siguiente. No hay más. La Premiere británica tiene a los dos Manchester; Liverpool; Chelsea; Tottenham y Arsenal compitiendo por todo. Nuestra Liga sigue siendo cosa de dos.