Se acabaron las excusas

Neymar, con un amigo, en Miami

Neymar, con un amigo, en Miami / Instagram

Jordi Costa

Jordi Costa

Puede que el vestuario del Barça no haya recibido con satisfacción el fracaso de la operación Neymar. “Somos los que somos”, dijo Piqué justo después del empate en el Sadar, desconozco si refiriéndose a los lesionados que se han acumulado en este tramo inicial de temporada o lamentando que los esfuerzos de la directiva no hayan sido suficientes para reencontrarse con su amigo brasileño. Pero el caso es que el Barça dispone de una excelente plantilla, más corta pero notablemente mejor que la anterior, y que a los futbolistas que han acumulado sinsabores europeos se les han terminado las excusas.

Se puede discutir qué peso tiene la opinión de los jefes del vestuario en el maniobrar veraniego del club, pero es obvio que el presidente les ha escuchado. No en vano, uno de los argumentos de la continuidad del entrenador fue la buena opinión que sus discípulos -es un decir- tienen de él. Y, sin embargo, en dos de los tres primeros partidos de Liga ya se ha detectado cierta desidia en el comportamiento del equipo. La pretemporada pudo servir de excusa para la derrota en San Mamés, pero no para la pasividad alarmante -trufada de despistes defensivos- de Pamplona, sobre todo en la primera parte pero también en el tramo final, bajando la guardia antes de hora y permitiendo que un recién ascendido se les echara encima y les acabara birlando dos puntos. Total, que asumimos que la temporada de verdad empieza después del parón, y lo hará con cinco puntos de desventaja respecto al Atlético. 

Cuesta entender que los futbolistas avalen a su entrenador y, a continuación, casi como si fuera su rehén, le desprotegen sesteando en partidos de los que dan pereza y en los que poco más se puede reprochar al técnico que no haber podido enchufar a sus chicos. De hecho, Valverde optó por repetir en Bilbao el mismo once que en el último ensayo de pretemporada por considerarlo satisfactorio, y lo mismo en el Sadar tras el excelente partido contra el Betis, pero no puede contar con dos esfuerzos consecutivos de los suyos.

Si el Barça sigue instalado este año en la mediocridad no será porque no haya venido Neymar, ni porque la plantilla no sea de alto nivel. Será por falta de fútbol y porque los que juegan -tiempo tienen para revertir esta impresión- no se han dado por señalados con los últimos revolcones. En cualquier caso, aceptando el disperso criterio deportivo del club y el desencanto con el entrenador, a las vacas sagradas se les han acabado los escudos. 

UN HÁBITAT PARA DE JONG

Huelga decir que cualquier futbolista que llega al Barça necesita un tiempo de adaptación. Sólo los muy buenos la logran mientras que otros quedan sepultados por el alto nivel. Estoy seguro de que no será este el caso de De Jong y, sin embargo, no se le ha visto nada cómodo en sus tres primeros partidos oficiales con el Barça.

En favor de Valverde, hay que decir que, tras mostrarse frío al referirse al holandés en pretemporada, después le ha concedido la titularidad sin titubeos. Pero también es cierto que no es suficiente con fichar a un jugadorazo si no consigues darle las condiciones que le convirtieron en el mejor centrocampista europeo de la temporada pasada. Por el momento, el chico no se muestra preocupado pero sí autocrítico, consciente de que está lejos de su mejor versión. Y quizás se haya dado cuenta ya de que, aun viniendo de una partitura parecida como la del Ajax, la música del Barça actual no es exactamente la misma.

A la espera de qué papel le otorga Valverde -mediocentro o interior- y de qué protagonismo recupera Rakitic una vez sabido que se queda, es obligado concederle a De Jong una libertad parecida a la que gozaba en el Ajax. Al holandés no se le puede medir por sus goles o asistencias sinó por la influencia que tenga en el juego. Y, para que la tenga, hay que diseñarle un hábitat en el que se sienta cómodo.

LÓGICO: CUMPLIR LOS CONTRATOS

Más allá de preferencias sobre el regreso de Neymar y de cómo queda la imagen del Barça tras el intento frustrado de repatriación, debe ser la primera vez que un club -el PSG, en este caso- no cede a la presión de un futbolista con contrato. Como debería ser.

RARO: PEDRI

Que el Barça pague 5 millones por un chico de 16 años es síntoma que algo especial deben ver en él, aunque sea un completo desconocido. Lo raro es que no quisieran gastar una cantidad mucho menor por Take Kubo, a pesar de la unanimidad que generaba el japonés.