Quim Salarich: “Voy a Pekín a competir con los mejores, no a vivir la experiencia olímpica

El catalán se ha convertido en el referente del esquí alpino español

El eslalomista catalán ha logrado este invierno los mejores resultados de su trayectoria

Quim Salarich: “Voy a Pekín a competir con los mejores, no a vivir la experiencia olímpica

Quim ha logrado este invierno los mejores resultados de su trayectoria / AkawSports

AkawSports/Miguel Centeno

Joaquim Salarich (Vic, 1994), más conocido como Quim, se ha convertido en el referente del esquí alpino español. El eslalomista catalán ha logrado este invierno los mejores resultados de su trayectoria y afronta sus segundos Juegos con un cambio de mentalidad: Salarich ya no va a Pekín a vivir la experiencia olímpica, sino a competir con los mejores.

¿Cómo van los días previos?

Un poco aburridos, la verdad (Risas). He decidido confinarme para llegar a China con las mejores prestaciones posibles y sobre todo para evitar posibles contagios. El único miedo que tengo ahora mismo es el COVID, que podría impedirme ir a los Juegos. Una vez llegue allí, ya estás en una burbuja y es más difícil contagiarse. Ya va quedando menos y aparecen un poco los típicos nervios, pero a la vez estoy súper tranquilo porque sé que estoy haciendo las cosas bien.

Cada vez la gente habla más de ti y eres una de las grandes esperanzas.

No miro mucho la prensa. He recibido mensajes, las entrevistas que he hecho y he leído algunos titulares, pero no quiero crear expectativas porque si lo haces y no las cumples luego vienen las derrotas y decepciones. Prefiero seguir mi camino y no hacer caso de las cosas externas, aunque agradezco todo el cariño y la atención que me brindáis, pero a la vez tengo que ir con cuidado porque todo se magnifica. Llegué a escuchar que tenía opciones a medalla y eso es muy difícil. Compito en un deporte que favorece mucho a la gente que lleva años y es muy importante el dorsal que llevas. No es como en unos 100 metros lisos, donde da igual la ronda en la que salgas. Salimos con dorsales muy altos y los primeros del mundo salen los primeros, por lo que parten con ventaja. Para ganar una medalla haciendo dos mangas correctas se tendrían que dar todos los factores del mundo y tendría que salir todo al milímetro. Sigo entrenando y haciendo mi trabajo.

¿Te produce vértigo que hablen de ti como el mejor esquiador español de los últimos 40 años?

Más que vértigo, me da un poco de rabia ver que haya habido un vacío tan grande en el que otros compañeros no hayan podido demostrar que se puede. Tengo dos brazos y dos piernas como cualquier otro y entrenando las cosas salen. No sé por qué ha llegado tan tarde ese referente en nuestra disciplina. Tengo más presión porque soy el referente a nivel estatal, pero también es algo que llevo con naturalidad.

¿Por qué crees que ha habido ese vacío?

Todos los corredores entrenan y son muy buenos. Si no se ha llegado es por mala suerte, porque no se ha dedicado lo necesario… No te sabría decir. Es raro porque yo soy una persona normal y que ha trabajado mucho. También con talento porque para estar en el top necesitas tener algo, pero si me veo a mí mismo y veo que he llegado, pienso que otra gente podría haber llegado. Repaso mi trayectoria y al final todo se ha basado en trabajo, más que un talento con el que desde el principio ya me haya salido todo. Ha sido cuestión de ir mejorando poco a poco, año a año.

¿Cómo te gustaría que se hablara de ti dentro de unos años?

Me gustaría un titular que hablara de que España ha llegado al top mundial en esquí alpino. Y no solo por mí, sino a través de cualquier otra persona. Me gustaría que se empiece a ver el esquí alpino como un deporte profesional y no como un hobbie. Es un problema que se vea como un hobbie, como el que va a jugar entre semana a pádel. Otro deporte, por ejemplo, que ahora cada vez está más profesionalizado y que también lucha un poco con eso.

¿En qué momento pasaste tú de ver el esquí como un trabajo y no como un hobbie?

La decisión de convertirme en un profesional la tomé con 17 o 18 años. Soy un chico al que le gustan las cosas difíciles. Es lo que me gusta de este deporte: necesitas mucho sacrificio para pocas recompensas, ya que las valoras mucho más. Con 17 años tuve que decidir si irme a vivir a Suiza o tomar otros caminos. Me gustaban los retos y quería demostrar que si se podía en este deporte.

Esa dificultad hace que no siempre se pueda ganar. ¿Quim tiene buen perder?

Tengo buen perder cuando creo que lo he dado todo. No me importa perder si he hecho mi trabajo al 100%. Si juego un partido de baloncesto o fútbol contra alguien que es mejor que yo y pierdo, me da igual que sea por paliza si yo he dado todo de mí.

Ganar, perder… ¿Lo importante sigue siendo participar como se enseña a los más pequeños?

Lo importante es intentarlo, pero cuando llegas al alto nivel tienes que ir a competir. Acabar una Ironman es increíble, pero terminarla en 24 horas o en 10 no es lo mismo. Si no compites, no estás en el más alto nivel. Estos serán mis segundos Juegos Olímpicos y cuando fui a Pyeongchang hace 4 años no iba a buscar el resultado, entre otras cosas porque a nivel técnico no estábamos para pelear con los mejores. Fuimos allí para coger experiencia de cara al futuro, a pelear y a dar el 100%. Pero ahora, con los resultados que hemos obtenido, vamos a competir con los mejores, no a vivir la experiencia olímpica. Creo que con el nivel que estamos demostrando podemos ir con un objetivo ambicioso.

Tu hermano comentó que al inicio eras un poco brusco esquiando. ¿Su figura te ha hecho más perfeccionista?

Mi hermano es cuatro años mayor que yo y siempre ha sido mi guía. He ido siguiendo su trayectoria y si comparas la suya y la mía, son muy parecidas porque hemos estado en prácticamente los mismos equipos y en los mismos periodos de edad. Me ha marcado el camino. Durante los últimos años, es posible que me haya dado cuenta de que en las carreras se tiene que pensar mucho y muchas veces me salía o fallaba por ir con demasiado ímpetu. Mi hermano me decía que tenía que preparar la parte psicológica y desde hace un año trabajo con un psicólogo. Ahora leo las carreras de mejor manera y me adapto a las condiciones. No puedo esquiar al 100% si el trazado de la pista no lo permite. Por eso ahora soy más inteligente y estoy teniendo mejores resultados. Sigo tirándome a tope, pero ahora lo hago cuando se puede. Me ayuda mucho tener a mi hermano y más ahora que es entrenador. Se ha formado mucho más a nivel técnico y me da consejos. Es una ventaja que muchos no tienen e intento aprovecharla.

Siempre has hablado con mucha naturalidad sobre el aspecto psicológico. ¿Crees que es una barrera que tendría que terminar de romperse en el mundo del deporte en general?

La gente tiene miedo acerca de lo que pensará la gente y asocia la figura del psicólogo deportivo a que 'estás mal o tienes un problema'. El psicólogo no me cambia la forma de pensar o “me cura” de lo que sea, sino que me ayuda a gestionar los nervios, a cómo encarar las carreras, a llevar a cabo rutinas… El psicólogo me ayuda a rendir al máximo en una carrera. Es un error pensar que ir a un psicólogo deportivo es 'tener algún problema'. Él te da las herramientas para que rindas en la carrera. Es un plus que suma y mucho.

A nivel de disciplina, ¿qué valor dirías que tiene el esquí que no tengan otros deportes?

Cada deporte tiene su historia, pero el esquí alpino es uno de los deportes más completos a nivel físico porque necesitamos trabajar todas las partes de nuestro cuerpo. Los deportistas que necesitan tener mucho cardio o mucha fuerza serán mejores que nosotros en esos aspectos, pero competimos en un deporte muy completo y somos buenos en muchas cosas: cardio, habilidad, potencia, fuerza… A diferencia de otros deportes, somos un completo. Te diría que somos la típica persona a la que se le dan bien todos los deportes pero que no es buenísimo en ninguno. No desentonamos en ningún aspecto.

¿Qué crees que puede motivar a alguien que ya tiene pasión por el esquí a convertirse en profesional?

La adrenalina y la competición atraen mucho. No es lo mismo ir a esquiar el fin de semana con los amigos que ponerte en un portillón de salida y competir. Además, si te gusta viajar, hay que tener en cuenta que cuando compites visitas muchos países. No todo el mundo llega al alto nivel, pero puedes intentarlo.

¿Hay egos en el mundo del esquí?

Como en todos los deportes, hay personas y personas. Hay chicos que en categorías inferiores son muy cercanos, te saludan en cada carrera y que cuando llegan arriba del todo no son capaces ni de saludarte. Hay gente que cree que siendo así va a ser más fuerte, pero al final lo que queda es la persona, y eso va más allá de ser el mejor del mundo. Respeto todas las actitudes, pero yo soy más afín a ser abierto con todo el mundo.

Y, ahora, pregunta difícil: ¿cuál es la pregunta que más odias que te hagan?

Cuando una carrera no ha ido bien y te preguntan “qué ha pasado”. Odio que me lo pregunten porque dan a entender que soy una máquina que siempre tiene que hacerlo bien.

Y, a la inversa, ¿cuál es la pregunta que te gustaría que hicieran?

Me gustaría que me preguntaran si he disfrutado después de una carrera, independientemente del resultado. La gente es muy resultadista. Puedo haber hecho un buen resultado y no haber disfrutado porque no he dado el 100% o no he estado cómodo. Eso creo que es muy interesante para cualquier corredor e incluso para cualquier deportista. Detrás de cada prueba hay demasiadas cosas como para quedarnos solo con el número.