MUNDIAL 1966

El nacimiento del gol fantasma

Hurst da el título a Inglaterra frente a Alemania con un polémico tanto en la prórroga A Geoff Hurst, el delantero inglés que ostenta el récord de ser el único futbolista que ha logrado un hat trick en una final del Mundial, no se le recuerda por los tres tantos que le marcó a Alemania en Wembley 

Josep Coves

Hurst, que entre 1952 y 1972 fue un prolífico goleador en el West Ham y luego jugó en otros cuatro equipos británicos antes de retirarse en 1976 en Estados Unidos con el Seattle Sounders, ha pasado a la historia por ser el autor del gol fantasma más famoso de todos los tiempos.

Lo marcó en la prórroga de la final del Mundial de Inglaterra 1966, en la que su selección se impuso por 4-2 a Alemania luego de que los 90 minutos hubieran terminado con empate a dos goles. Frente a una Mannschaft de altos vuelos, con jugadores como Lothar Emmerich, el capitán Uwe Seeler –máximo goleador de la historia del Hamburgo-, Wolfgang Overath y un jovencísimo Franz Beckenbauer, Inglaterra opuso una de las mejores selecciones que jamás ha conseguido reunir.

Allí estaban el portero Gordon Banks, el trío de jugadores del West Ham que formaban la columna vertebral de la selección (Bobby Moore, Martin Peters y Geoff Hurst), el durísimo Nobby Stiles y Bobby Charlton, probablemente el mejor futbolista británico de todos los tiempos.

El partido fue de una gran intensidad, con dos selecciones lanzadas al ataque, y con un gol en el último minuto del germano Wolfgang Weber que forzaba la prórroga. El tiempo suplementario fue de marcado dominio inglés. Se mascaba el 3-2 y fue en el minuto 101 cuando se iba a producir el gol fantasma más trascendente de siempre: Ball supera por la banda a Schnelinger, centra al área, donde Hurst controla el balón, se da media vuelta y remata con todas sus fuerzas. El balón impacta en el larguero, cae hacia abajo y pica sobre la línea de gol.

A la vez que los jugadores y seguidores ingleses celebran el gol que les vuelve a poner con ventaja en el marcador, los futbolistas alemanes se van corriendo hacia el árbitro, el suizo Gottfried Dienst, para hacerle ver que el balón no había rebasado totalmente la línea de gol. Tras unos instantes de duda, el colegiado consulta con el juez de línea, el soviético Tofik Bakhramov, quien parece tenerlo muy claro, e inmediatamente se dirige hacia el centro del campo, dando validez al gol.

Con Alemania volcada sobre el área de Banks, un despeje de Boby Moore acabó a los pies de Hurst, que culmina el contraataque para establecer el 4-2 definitivo, que daba a Inglaterra el único título de su historia. Un título, eso sí, no exento de polémica.