El 'cholismo' se desmorona

J.P.

Dicen que por la boca muere el pez. Cuando el capitán rojiblanco Gabi menospreciaba la Europa League el pasado 1 de noviembre, poco podía imaginarse la situación de su equipo a estas alturas. "A dia de hoy, la Europa League me parece una mierda", sentenció el veterano jugador rojiblanco, tal vez movido por el resquemor que suponía su virtual eliminación de la Champions League.

Efectivamente, los colchoneros no pasaron de la fase de grupos en la Liga de Campeones pero lograron introducirse en la segunda competición continental en orden de importancia. Ahora, con el equipo situado a 11 puntos de un líder, el Barça, que va disparado y da sensación de inalcanzable, y eliminados en la Copa, la Europa League se presenta como el único objetivo viable para salvar una campaña que está siendo más decepcionante de lo previsible.

En la séptima temporada de Diego Simeone al frente del equipo, el Atlético parece haber perdido el vigor de antaño y en las últimas semanas es difícil reconocer aquellas señas de identidad que el Cholo aportó a los colchoneros desde el primer minuto. La eliminatoria copera ante el Sevilla ha sido el paradigma del Atlético actual. La antítesis de su esencia como equipo robusto, sólido, sacrificado, trabajador, solidario y efectivo.

Tal vez Simeone tuvo peso en la culpa, tal y como se arrogó tras caer eliminado. Sus decisiones en los cambios durante el partido de ida  no fueron fieles al 'cholismo'. Esa idea del 'partido a partido' se diluyó un poco cuando retiró a Griezmann y a Koke antes de tener resuelto el choque, dando a entender que estaba reservándoles pensando no en el Sevilla, sino en el siguiente encuentro ante el Girona. Y acabó pagándolo con una derrota en el Wanda.

Pero lo sucedido en el Sánchez Pizjuán señala directamente a sus jugadores, a su momento de forma y a su implicación. En un partido en que el Atlético estaba obligado, como mínimo, a marcar dos goles y no encajar, el Sevilla le endosó un gol a los 25 segundos. Y en la segunda mitad se repitió la historia. Al tercer minuto volvía a regalar un tanto al rival. A algunos se les critica de puertas adentro, como puede ser el caso de Carrasco. Otros, las figuras, no parecen andar con la finura necesaria. Koke es un ejemplo. Y sobre la gran estrella del equipo, Griezmann, empieza a pesar la duda sobre su futuro.

El equipo está haciendo concesiones inimaginables tiempo atrás. Da la sensación de que a Simeone le está costando cortar la hemorragia. ¿Se han esfumado 'la pasión y el orgullo'? ¿Se ha dejado de 'creer que se puede'? La doctrina cholista está tocada en este momento, tal vez por agotamiento. Mantener la tensión competitiva año tras año durante siete campañas, con el nivel de exigencia física y psicológica de Simeone, es complicado.

Los éxitos, cada vez más lejos

Ahora quedan lejos los años de máximo vigor competitivo. El 9 de mayo de 2012 llegaba el primer gran título del 'cholismo' colchonero. Precisamente fue "la mierda" de la Europa League, conquistada ante el Athletic. Caería también en el saco la Supercopa de Europa. En 2013 alzó la Copa del Rey, imponiéndose al Real Madrid en la final tras catorce años de humillaciones blancas y ninguna victoria oficial de los atléticos. Y en 2014 tocó el cielo, con la Liga sellada en el Camp Nou, la Supercopa española y la final de la Champions, eso sí, perdida ante el Real Madrid, tal y como se repetiría en 2016.

La sanción recibida por parte de la FIFA que impidió al Atlético firmar jugadores hasta este primero de enero provocó una transición competitiva a la baja. El pasado curso se clasificó para disputar la Champions League, terminando tercero a 15 puntos del campeón y poco más. Ahora, cuando se levantó el veto y llegaron el esperadísimo refuerzo del carismático Diego Costa, y el de Vitolo, la trayectoria contrariamente a enderezarse ha terminado por torcerse aún más.

Tiene trabajo por delante el vehemente técnico argentino. Recuperar a 'su' Atlético no será sencillo. El equipo se ha desdibujado en los últimos tiempos y el 'cholismo' corre el riesgo de desmoronarse si Simeone no da con la tecla. Le queda media temporada para conseguirlo.