Míchel y su Mundial de Qatar

El entrenador del Girona y el defensa de Hostalric, Mingo, recuerdan el campeonato del mundo Sub20

Se celebró en el país asiático en 1995 y la selección española finalizó el torneo en el cuarto puesto

Míchel y su Mundial de Qatar

Míchel y su Mundial de Qatar

Marc Brugués

Difícilmente veremos estos días a Ansu Fati, Mbappé, Vinicius o Messi encima de un camello haciendo turismo paseando por algún desierto catarí. La imagen, sin duda, daría la vuelta al mundo y se convertiría en viral. Una palabra, viral, que, más allá de en un contexto médico, nadie usaba el 1995. Aquel año, Qatar ya fue la sede de un Mundial: el Sub20 en que la Argentina de Biagini, Sorín o Ibagaza se proclamó campeona contra el Brasil de Denílson.

Entonces, la vida, y el mundo, eran muy diferentes. Sin prácticamente internet ni móviles, los jugadores más destacados de la selección española explicaban sus vivencias a miles de kilómetros a través de los programas nocturnos de radio o en artículos en los diarios. Más cerca, aquel abril de 1995, el Palamós luchaba para mantenerse a Segunda A, el Figueres cerraba un curso discreto a Segunda B y el Girona certificaba el descenso a Tercera.

Eran otros tiempos. Y más todavía en un país pequeño y desconocido como Qatar, que celebraba su primer gran acontecimiento FIFA. Veintisiete años después, todo ha cambiado. La sociedad, los valores y también Qatar, que ha multiplicado por seis los habitantes (de medio millón a tres), se ha convertido en un país rico y poderoso y que este domingo levanta el telón del principal evento futbolístico: el Mundial. Un torneo controvertido, polémico y eje principal de casi todos los debates y tertulias periodísticas de estos últimos días.

La decisión de la FIFA de conceder la gran cita al país asiático supuso un fuerte terremoto, que acabó con el relevo total de la cúpula directiva. La elección, aun así, no se canceló y Qatar lo tiene todo a punto para que la pelota empiece a rodar.

Este año, todo será radicalmente diferente de aquel 1995, en que bastante gente descubrió Qatar por primera vez. También lo hizo el entrenador del Girona, Míchel Sánchez, así como el defensa de Hostalric, Carles Domingo, dos de los integrantes de aquella selección. “Fue una experiencia maravillosa. Ahora debe de haber cambiado muchísimo, pero seguro que fue la primera prueba para demostrar que podían organizar un Mundial de alto nivel”, dice Míchel.

Mingo ha tenido la oportunidad de estar en Dubai, años más tarde. “No tiene nada que ver con antes. Ahora está lleno de rascacielos. El 1995 era un país en vías de desarrollo casi”, recuerda. Los dos guiaron a la selección española de Raúl González, Iván de la Peña, Roger García, Fernando Morientes o Joseba Etxeberria, entre otros, hasta las semifinales, donde Argentina les cerró el paso (0-3). El equipo dirigido por Andoni Goikoetxea también perdería el partido por el tercero y cuarto lugar contra Portugal (2-3).

Para Míchel, Mingo y la mayoría de aquellos jóvenes jugadores, aquel abril de 1995 les cambió la vida. Era la primera vez que viajaban a Asia y todo era nuevo. Impactante, incluso. “Recuerdo pasear por la calle y empezar a sonar muy fuerte una sirena desde unos altavoces. De repente, la gente se ponía a rezar en medio de la calle. Era chocante”, explica Míchel. Mingo añade realismo. “Era una sirena tan fuerte que parecía que empezara la tercera guerra mundial. Se paralizaba todo para rezar y había que respetarlo”.

Turismo propiamente dicho, los futbolistas no pudieron hacer mucho. Sí que tuvieron tiempo un día para hacer una pequeña escapada al desierto. “Salimos un día un poco de Doha, donde estábamos, y nos llevaron al desierto a ver un par de camellos. Algunos subimos y dimos una vuelta pequeña, pero nada extraordinario”, recuerda Mingo, que compartía habitación con Roger García. El compañero de Míchel era Alberto Sánchez, un centrocampista del Real Madrid que tuvo el Castilla y la Segunda A como techo futbolístico. En aquella selección también estaba el exportero del Girona (04-05), Manu Martínez, entonces en el Barça.

Sin el hormigueo de gente ni las instalaciones actuales, el Qatar de hace veintisiete años era un país clásico de oriente, con muy pocos señales de occidentalización. “No había nadie en la calle que no llevara la túnica típica. Ahora debe de ser todo muy diferente”, sospecha Míchel. Por su parte, Mingo recuerda que visitaron la casa de los embajadores españoles. “Era una casa típica de planta baja con piscina, pero sin muchos lujos. No era ostentoso como por ejemplo”, destaca.

En cuanto a la competición, a pesar de que España partía como una de las grandes favoritas y llegó a las semifinales contando los partidos por victorias (Burundi, Chile y Japón al grupo y Rusia a los cuartos de final), las ilusiones se fueron a pique a semifinales contra Argentina. “Muchos de nosotros jugábamos o habíamos debutado en Primera, pero Argentina demostró tener más experiencia competitiva y nos ganó bien”.

La selección jugó sus partidos en el Al Ahli y en el Khalifa Stadium -que repetirá este año- de Doha. “Eran grandes campos y estaba todo muy organizado. Aun así, no se notaba ambiente de fútbol. No recuerdo que se llenaran. La sensación era más bien de amplitud”, describe Míchel, que siempre podrá decir que él, como Mingo, jugó el primer Mundial de Qatar.