Mundial 82: El gran fracaso de España

La selección española no pudo superar la gran presión a la que se vio sometida durante todo el Mundial del 82

Las expectativas deportivas eran tan elevadas que el sonado fracaso que protagonizó la selección española en el 82 acabó marcando el balance final de aquel Mundial. El equipo que dirigía José Emilio Santamaría sólo fue capaz de ganar uno de los cinco partidos que disputó y, tras clasificarse de forma discretísima como segunda de grupo por detrás de Irlanda del Norte y por delante de Honduras y Yugoslavia, cayó de forma clara en la segunda fase tras perder ante Alemania Federal y empatar contra Inglaterra.

El gran damnificado de aquel fracaso fue el seleccionador, que tras el Mundial se desvinculó completamente del fútbol de primera línea. 25 años después, Santamaría apunta en una entrevista a EFE que "yo asumí la responsabilidad porque soy el responsable, lógicamente. Pero hay algo que me mantiene con la frente alta. Primero, que no le hice daño a nadie; segundo, que no me llevé un duro de nadie; y tercero, y fundamentalmente, que han pasado veinticinco años y todavía no se ha conseguido nada. Así que muy equivocado no debía de estar".

España afrontó el Mundial convencida de sus posibilidades tras realizar un buen papel en partidos de preparación como el que disputó en Wembley ante Inglaterra (1-2), ya que su condición de anfitrión le liberó de disputar la fase de clasificación. Pero la realidad es que cuando llegó el momento de la verdad volvió a fallar, y esta vez en casa.

Ya se pudo comprobar en el debut ante la débil Honduras que no iba a ser precisamente un camino de rosas. Un gol de penalty de López Ufarte sirvió únicamente para empatar en un discretísimo partido en el que los jugadores españoles jugaron agarrotados. Fue la tónica de aquel Mundial, tal y como reconocen 25 años después los que entonces fueron protagonistas. El exceso de responsabilidad, la presión mediática y el mal ambiente que acabó creando la reclusión impuesta por cuestiones de seguridad acabó pasando factura.

Santamaría admite que "hubo mucha presión, hasta el punto que yo tuve que tomar la determinación de atender a la prensa de doce a una y de ocho a nueve, porque los jugadores no querían atender a los medios. Estaban tan incómodos y tan nerviosos que no asistían a las ruedas de prensa. Para mí, fue como si estuviera en el juicio final".

Tras salvar un nuevo match-ball en el segundo partido ante Yugoslavia -España ganó tras remontar un gol inicial de Gudelj que le colocó al borde del KO gracias a un inexistente penalty que el árbitro hizo repetir-, la selección lo tenía todo a favor para lograr el primer puesto de su grupo, pero una derrota por 0-1 ante Irlanda del Norte en otro decepcionante encuentro la obligó a jugarse el pase a semifinales frente a dos potencias como Inglaterra y Alemania Federal en el Santiago Bernabéu.

Y no se produjo el milagro. España no tuvo opciones ante los germanos (2-1) y el último día se limitó a cumplir el expediente e impedir la clasificación de Inglaterra (0-0). La selección acabó su Mundial en la decimosegunda posición. Y Santamaría cumplió su palabra. "En su día dije que si no ganábamos yo me marchaba y así fue. No medité ni razoné la continuidad y poco a poco me fui separando del ambiente mío, que es el fútbol".