¿De qué planeta viniste? Un hombre pegado a una pelota de cuero y a un país

Luto por Maradona

Luto por Maradona / AFP

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"Adiós juventud", tuiteó ayer el escritor argentino Hernán Casciari. Cada generación escoge a sus mitos durante la infancia y difícilmente los suelta. Eso sería renunciar en parte al niño que uno fue y a nadie le gusta sentirse mayor. 

Maradona forma parte de ese territorio tan sensible que es la memoria. Es identidad, pasión y militancia. Ya lo decía la pancarta de La Bombonera cuando volvió a Boca. "No me importa lo que hiciste en tu vida, me importa lo que hiciste en la mía". 

A los mitos se les consiente y perdona casi todo del mismo modo que a la familia. A los mitos se les tiene tanta fe como a los Dioses. Sobre todo si como el Diego se acercan al pueblo y se atreven con el poder. Sobre todo si son capaces de hacerte soñar y vivir a través del fútbol como hizo Maradona en México 86. "El juego sucede dos veces, en la cancha y en la mente del público", sugiere Villoro en el libro 'Dios es redondo'. Y en ese Mundial sucedieron muchas cosas en la cancha y en la mente del público. 

La dualidad de Maradona

Argentina ganó el Mundial con "una influencia napoleónica" del `10', en palabras de Valdano. Y Maradona dejó dos jugadas para la historia. Dos momentos que definen la dualidad de los hombres. 

Esta la épica de la jugada de todos los tiempos. Y está el camino más corto, el de la trampa. Maradona era muy bueno en las dos cosas. Ocurrió ante Inglaterra y para la historia queda la narración del uruguayo Víctor Hugo Morales. 

"La va a tocar para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, deja el tendal y va a tocar para Burruchaga...". Así empieza la jugada más icónica de la historia del fútbol. El tono de Morales va subiendo, como si no creyera primero lo que está viendo, pero luego anticipara algo histórico. Lo mejor que se puede decir es que está a la altura de Diego.

"¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... Gooooool... Gooooool... ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaazooo! ¡Diegoooool! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme... Maradona, en recorrida memorable, en la jugada de todos los tiempos... Barrilete cósmico". 

Y es aquí cuando pierde el protocolo y termina en un llanto de alegría y perplejidad. Es el sentir de un pueblo que aún se acordaba de la Guerra de las Malvinas

"¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? Argentina 2 - Inglaterra 0. Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona... Gracias, Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2-Inglaterra 0". 

El Cebollita todavía marcaría aquel 22 de junio de 1986 un gol más sobre la hierba del Estadio Azteca, la famosa Mano de Dios. Justicia divina dirán los militantes de Maradona. Un gol mezquino, recordarán los ingleses. 

Antes del partido, en la intimidad del vestuario, el 10 les había recordado a sus compañeros el episodio de las Malvinas. "Esto no lo podemos perder, ¿está claro, muchachos? Aquí hay que dejar la vida por los que la dejaron allá, ya saben dónde, somos once contra once y les vamos a pasar por arriba".

Después de Inglaterra llegó Bélgica en semifinales y más tarde Alemania en la final. La Argentina de Bilardo se impuso por 3-2 sin goles de Maradona pero con el '10' convertido en leyenda. 

Dramatismo y épica

Como dijo 'Clarín', "la del 86 será única e irrepetible". Y así sigue a día de hoy para los argentinos. Ese Mundial junto a sus mejores años con el Nápoles representan el gran patrimonio sentimental de Maradona. Y no solo por lo que logra, sino por cómo logra y con quién.  La épica de Diego se construye a partir de equipos que no estaban destinados a reinar. 

Él capitanea la revolución de la Argentina de Bilardo y un Nápoles casi proscrito en el Calcio. "Maradona tuvo siempre un dramatismo que Messi nunca tuvo. En todo. Por supuesto en la vida privada, pero también en la cancha. Maradona jugaba como si todo lo que estuviera haciendo fuera imposible. Lo conseguía pero siempre estaba al borde de no conseguirlo. En cambio Messi juega como si todo lo que hace fuera lo más normal del mundo", recuerda para SPORT, el escritor Martín Caparrós.

En ese dramatismo juegan un papel clave sus adicciones. Y un adicto lucha contra sus demonios toda su vida. A Maradona le acompañó la cocaína desde su etapa como futbolista en el Barça. Y le sale caro. Maradona pidió siempre no ser ejemplo de nada pero la droga le obligó a no poder disfrutar del fútbol tanto como le hubiera gustado. Y Diego nunca supo vivir sin un balón.

"El fútbol es el deporte más sano y más lindo del mundo. Eso no le quepa la menor duda a nadie. Porque se equivoque uno no tiene que pagar el fútbol. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha".