La aventura de ser socio en jornada electoral

El Camp Nou se vistió de gala para acoger a quienes deciden al presidente del Barça

El ambiente en las instalaciones demuestra la absoluta transversalidad de un club vivo

Jornada de elecciones en el Camp Nou

Día de elecciones en el Camp Nou

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Lo primero que ve un socio de comarcas al llegar al Camp Nou es la gran cantidad de coches aparcados en el recinto. Muchos coches y de todas las marcas: un Opel, varios Toyota, un Porsche 911 antiguo, un Porsche Macan, un Golf y también un Citröen de los viejos. La transversalidad de quienes mandan cada seis años en el club es amplia y se nota en los vehículos que conducen. Ese es también un triunfo de un club único en el mundo.

Un servidor aparcar su Opel Astra heredado de sus suegros al lado de dos hombres muy altos. Escondido tras unas gafas de sol y la mascarilla preceptiva, reconozco a Bernat Dedéu, filósofo, escritor y tertuliano, que no es poca cosa. Llega acompañado por su padre y ambos se dirigen hacia su punto de votación. Mantenemos una pequeña charla y, sin citar a nadie, parece que ambos estamos bastante de acuerdo en nuestra visión del mundo (y el único mundo que existe es el blaugrana). Coincidir con un filósofo debe ser de las cosas más difíciles que existen en la vida, así que me marcho satisfecho.

Sigo mi ruta y me encuentro con dos miembros de la seguridad privada contratada por el club. “Hola, dame un segundo, no recuerdo la puerta en la que debo votar”. Busco en el correo electrónico, pero un servidor es bastante inútil con estos temas. Opto por llamar a Maria Tikas, compañera de redacción. Horas antes me ha comentado que ella, voluntaria, es miembro de mi mesa de voto, la numero 94, y que ha visto mi nombre entre los que debían votar allí.

Hay poca gente en la esplanada y pocas camisetas del Barça. Son las tres y media y la gente está comiendo. Puede disfrutarse, en clave blaugrana, alguna sudadera, también varias mascarillas. Un servidor luce la de la temporada 2004-2005, una de esas que no llevaba publicidad. ¡Qué tiempos aquellos! Sigo caminando. Todos quienes están frente a las puertas que esconden las urnas sostienen una botella de plástico llena de hidroalcólico. Algunas están más llenas que otras. Les pregunto dónde está la puerta 94, me dicen que hacia su derecha, voy hacia la izquierda. Votar no es solo poner un sobre en una urna.

Papeletas en blanco

Llego a la entrada que da sentido a la democracia, un poco de hidroalcólico y a votar. A un lado de la mesa, un pequeño expositor donde reposan las papeletas de Joan Laporta, Víctor Font y Toni Freixa junto a los sobres que piden ser usados a gritos y otras papeletas en blanco. Quien me recibe me pregunta si soy amigo de Xavi Martin, responsable de La Masia. Le digo que sí, que los del Maresme somos grandes. Pido que me hagan una foto mientras introduzco el sobre con el nombre de quien, creo, debe sacarnos del lío. Lo mismo que todos los socios y socias que este domingo han pasado por el Camp Nou, voten a quien voten. A seis cientos kilómetros la democracia es otra cosa, mucho más oscura. 

Vuelvo al exterior y uno de los grandes operarios turísticos y de entradas, eufemismo de ‘reventa’, me saluda: “¿Qué? ¿Ya lo tenemos?”. “Ya lo tenemos”. Nos despedimos afectuosamente. Sigo caminando hacia la zona de Tribuna. Al fondo veo a compañeros periodistas que llevan todo el día pendientes de lo que se cuece. A su lado, responsables de prensa como Xavi Guarte o Xavi Catalan que intentan facilitar la vida, como siempre, a los obreros de la información. Sin ellos nada sería igual. Mande quien mande.

Antes de bajar de nuevo las escaleras que debe llevarme al coche, veo a Jordi Mestre, ex vicepresidente deportivo con Bartomeu, paseando relajado con su familia. “¿Qué, ya hemos votado?”, le pregunto. “Sí, votar siempre es sano”, responde. Amén