El Bayern golea al Hoffenheim y se encara a sus ultras

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Un grupo de aficionados enturbió la goleada del Bayern ante el Hoffenheim. Una actuación poderosa, intratable, que a los 77 minutos de partido se traducía en un 0-6 en el marcador. Llegó entonces la polémica. El colegiado, Christian Dinget, decidió suspender el encuentro por los insultos dirigidos por una facción de la afición bávara hacia el principal accionista del cuadro local, Dietmar Hopp

El Bayern al completo -jugadores, entrenador y directiva- rechazó la actuación de sus ultras, a los que se encararon. Con Flick en cabeza, flanqueado por Alaba Thiago, luego todos los demás. Hasta Salihamidžić y Kahn saltaron al verde para pedir a los aficionados que cesaran los insultos. En la grada, Rummenigge mostraba su apoyo a Hopp.  

El colegiado Christian Dingert, que ya había paradoel encuentro previamente durante breves instantes por el mismo motivo, decidió interrumpir el encuentro. Ambos equipos (jugadores, directivas y cuerpos técnicos) permanecieron más de un cuarto de hora en el túnel de vestuarios. El duelo se reanudó, pero sin competencia. El verde fue un rondo interminable entre 22 jugadores. Tras el pitido final, Hopp Rummenigge saltaron al césped para, junto a todos los futbolistas, fundirse en una ovación con la afición local. 

El Bayern fue un rodillo

Pero vayamos a lo estrictamente deportivo. Si hasta ahora el Bayern daba miedo, a partir de este sábado generará auténtico pavor. Ante la sensible lesión de Robert Lewandowski, el cuadro bávaro respondió como solo saben hacer los campeones. Hambrientos, intratables, aplastaron al Hoffenheim de principio a fin para acabar imponiéndose por 0-6.

Fueron seis goles como podrían haber sido doce. Al cuarto de hora, el marcador ya era de 0-2. Dos minutos tardó Gnabry en abrir la lata al rematar en el segundo poste un centro de Müller y, cinco después, Kimmich puso tierra de por medio con un zapatazo raso y colocado desde la media luna del área. Los jugadores del Hoffenheim, todo cabezas gachas y hombros caídos, no sabían dónde meterse.

Apenas era el prólogo de lo que estaba por llegar. Zirkzee, el barbilampiño sustituto de Lewandoski, sentenció el duelo en el 15'. Controló dentro del área, giro sobre sí mismo y cruzó el cuero a la red ante la pasividad de la zaga local. Lejos de relajarse, el Bayern olió sangre y se lanzó como un depredador sobre su presa. Coutinho firmó el cuarto antes del descanso en un disparo que fue desviado por un rival. 

Repetiría el brasileño antes del decanso, cuando remató de primeras a la red un centro preciso de Müller. La acción nació en un robo sobre la primera línea de creación rival, síntoma inequívoco de la competitividad bávara. El sexto llegó en un remate picado de Goretzka, que culminó un contraataque fugaz.