¿Qué fue de Landaburu? Un cerebro privilegiado

Landaburu, en un partido ante el Valladolid

Landaburu, en un partido ante el Valladolid / Sport

Javier Giraldo

Javier Giraldo

“Me gustaban la física y las matemáticas y por eso pensé que era la carrera ideal”, relata al otro lado del teléfono la voz pausada, casi de sacerdote, de Jesús Landaburu, jugador del Barça entre 1979 y 1982, licenciado en Ciencias Físicas en la especialidad de Cálculo Automático por la Complutense de Madrid, programador informático y trabajador durante más de 20 años en DTI, una consultoría de empresas con sede en Madrid.

La vida de Landaburu fuera del fútbol es tan rica y variada como la que vivió vestido de corto, primero en el Valladolid, luego en el Rayo Vallecano, antes de dar el salto al Barça y acabar su carrera en el Atlético de Madrid.

Era un centrocampista diestro muy cerebral, con un toque elegante y preciso, un delineante especialista a balón parado y experto en anotar goles olímpicos. Nacido en Guardo (Palencia), a los nueve años se trasladó a estudiar a Valladolid, siguiendo los pasos de su hermano Gonzalo, interno en el colegio San José.

Del equipo del colegio le fichó el Valladolid, en el que debutó en Segunda división en 1971, aún en edad juvenil y como estudiante de COU. Fue entonces cuando se matriculó en Físicas. Durante 20 meses compaginó la carrera universitaria, el fútbol y la mili. “Fue un incordio, quizá por eso acabé la carrera en siete años, en lugar de los cinco correspondientes”, explica.

ordenadores con tarjetas perforadas

En aquella España de la transición era muy raro que un futbolista profesional estudiase una carrera. Más raro aún que estudiase Físicas. Y casi imposible de imaginar que se especializase en Cálculo Automático: así se llamaba entonces a la informática. “Imagínate, años setenta, con ordenadores que funcionaban con tarjetas perforadas, cuando aún no existían ni siquiera los PC”.

Acabó la carrera en la Complutense, ya como jugador del Rayo. “Estudiaba por las tardes y en las concentraciones. Había que aprovechar el tiempo. Recuerdo que lo peor eran las vacaciones porque las de los futbolistas no coincidían con el curso universitario”, recuerda.

En el Rayo demostró su habilidad a balón parado y su capacidad para marcar goles de córner directo, “quizá porque las dimensiones de Vallecas eran más pequeñas”.

En 1979 lo fichó el Barça. La operación no fue sencilla: el Sevilla le había descartado meses antes por una supuesta arritmia y justo cuando Francisco Encinas y Josep Lluís Núñez, presidentes de Rayo y Barcelona, ultimaban el acuerdo, el calendario deparó un Rayo-Barça con la permanencia de los locales en juego. “Se habló mucho, pero no pasó nada. Empatamos contra el Barça y nos salvamos la semana siguiente ganando en Las Palmas”.

barça y esade

En Barcelona estuvo a las órdenes de varios entrenadores (Rifé, Kubala, Udo Lattek, y Helenio Herrera en un par de breves etapas, “todo un personaje”) y no se olvidó de estudiar: cursó un master de dirección de empresas en ESADE, donde conoció a los que serían sus futuros compañeros de trabajo.

Ganó la Copa de 1981 y la Recopa de 1982 y se fue al Atlético de Madrid. Estuvo seis temporadas, pero la llegada de Jesús Gil a la presidencia supuso el adiós de Landaburu no solo del Atlético, sino del fútbol. Gil liquidó a una parte de la plantilla sin miramientos, por haber defendido a su entrenador, José Armando Ufarte. Entre ellos, Landaburu. “Utiliza su inteligencia de universitario contra el Atleti”, bramó Gil sobre el futbolista palentino. El asunto acabó en los juzgados, que dieron la razón a Landaburu.

el momento de la retirada

“Tenía 33 años y había vivido un año muy duro. Seguir jugando suponía irse de Madrid y pensé que lo mejor era dejarlo”. En 2007 cambió Madrid por Valladolid, “una ciudad mucho más manejable y más cerca de Guardo” y hace solo unos meses que se ha jubilado. Pero no se aburre: a sus 63 años, colabora con dos ONG (Entreculturas, vinculada a los jesuitas, y Red Incola, de ayuda a inmigrantes), realiza cursos online (“una buena forma de mantener activo el cerebro”), disfruta del golf.

una fe inquebrantable

Lo que sigue muy presente en su vida es la fe cristiana, “un regalo que recibí de mis padres” y que siempre ha alimentado. “En el Rayo nos concentrábamos al lado de una iglesia y los domingos por la mañana iba a oír misa. En el Barça, nos concentrábamos en Vallvidrera y a veces subía un padre a decir misa para los queríamos apuntarnos”.