Dos varas de medir

¡Escándalo! Este es el polémico agarrón que reclamó Piqué en el último minuto

Dídac Peyret

Dídac Peyret

En menos de noventa minutos Alberola Rojas cambió de criterio. Un giro que penalizó al Barça en Anoeta. Un penalti señalado por un agarrón de Busquets a Llorente, sin la intervención del VAR, que convirtió Oyarzabal. Y una situación muy similar, en los instantes finales, cuando Llorente cogió por la camiseta a Piqué en el área y no hubo noticias ni del colegiado ni de Gil Manzanares, que ayer acompañaba a Rojas desde el VAR. 

El protocolo dice que es el árbitro asistente de vídeo el que debe avisar al colegiado principal si este no ha visto la jugada, algo que pudo ocurrir por la posición de Alberola Rojas en el momento del agarrón a Piqué. No intervino. Y la acción terminó siendo clave, porque sucedió con el empate en el marcador en un encuentro ajustado y con el Clásico en la vuelta de la esquina. 

El colegiado puso el listón muy alto cuando señaló el primer penalti. Una acción que muchas veces se pasa por  alto. De ahí que la sensación de agravio del barcelonismo estuviera ayer más que justificada. “Hay un forcejeo, pero si pones el listón a ese nivel va a ser complicado no pitar luego. Y creo que la acción a Piqué ha sido todavía más clara”, lamentó Busquets.

“Está claro lo que tenía que haber hecho. Y sobre todo el VAR, que tiene más perspectiva. Es una acción puntual pero podía decantar el partido”. Más prudente fue Valverde, aunque se le entendió todo. “¿Los penaltis?  La primera no sé lo que ha pasado. Pensé que era mano. La última quiero ver que han agarrado a Piqué. Le he dicho al cuarto árbitro que lo chequearan. Supongo que lo habrán chequeado”.

‘Catalunya Ràdio’ avanzó que Bartomeu enviará una carta a Rubiales para mostrar su descontento. Y Guillermo Amor, responsable de Relaciones Institucionales, fue tajante: “Creo que ha sido penalti. Lo hemos podido ver todos”. 

Se equivocó el árbitro. Y se equivocó el Barça, que no fue capaz de dar el golpe definitivo cuando tenía el partido a pedir de boca. Después de haber levantado un gol inicial de los donostiarras, que gran parte del partido dominaron el juego.

El Barça se midió a un equipo exigente, impulsado por la calidad de un Martin Odegaard, que se ha convertido en una de las grandes apariciones de LaLiga.

Griezmann crece

Algo ha cambiado en la vida de Griezmann. En la carrera del francés solo cuando se ha sentido arropado ha podido mostrar su mejor fútbol. Le ocurrió en el Atlético cuando estuvo 843 minutos sin marcar a finales de 2016.

Aquello terminó con una frase lapidaria del francés. “No me divierto en el campo”. Y la intervención de Simeone para desbloquear al delantero: “Te metes demasiadas cosas en la cabeza”. 

Algo parecido está ocurriendo en el Barça, donde Messi ha dado un paso adelante para impulsar al francés. Las cenas con el tridente del mate han contribuido a mejorar su adaptación.

En Anoeta volvió a exhibir su versión más contundente. Cuando el equipo estaba sufriendo, emergió en una contra y empató el encuentro. La asistencia fue de Suárez, el autor del segundo gol azulgrana. Y Messi, uno de los primeros en felicitarle.

Los tres serán titulares en el clásico. También el resto del once de ayer. Un equipo con siete jugadores que levantaron la Champions  en 2015. Pasan las jornadas y Valverde parece haber dejado atrás la aventuras del arranque de curso. Se impone de nuevo el cortoplacismo con el Clásico ya en boca de todos.