El día que el Barça recuperó su nombre, que le quitó el franquismo

El franquismo prohibió vocablos extranjeros y construcciones que no fueran gramaticalmente correctas en castellano en los nombres de los clubes. Al FC Barcelona, además, le cercenaron la senyera del escudo. Anomalías que fueron felizmente corregidas

El pasado 8 de noviembre se cumplieron 50 años desde que el Barça recuperara su nombre original

Acta del 8 de noviembre de 1973. El FC Barcelona recupera el nombre con el que fue fundado por Gamper

Acta del 8 de noviembre de 1973. El FC Barcelona recupera el nombre con el que fue fundado por Gamper / Centre d'Estudis i Documentació del FC Barcelona

David Salinas

David Salinas

El 8 de noviembre de 1973, el pasado miércoles se cumplieron 50 años, no fue una fecha más en el calendario del FC Barcelona. Ese día se reparó uno de los muchos agravios que la entidad azulgrana sufrió tras la imposición del franquismo por la vía de la fuerza: la recuperación del nombre con el que el apóstol del fútbol, Joan Gamper, dio vida al FC Barcelona. Desde enero de 1941 las autoridades deportivas del nuevo régimen, concretamente la Jefatura Provincial de Propaganda, prohibió el nombre de Fútbol Club Barcelona y el Barça pasó a llamarse Club de Fútbol Barcelona.

El motivo del cambio de denominación obedeció a una razón patriótica: eliminar nombres, construcciones y grafías con aroma extranjero. El texto de la orden, recuperado en el libro “El Barça segrestat” de Xavier G. Luque y Jordi Finestres, no admitía dudas: “Todos los clubs sujetos a la disciplina de la Federación procederán a suprimir de su denominación todo vocablo extranjero y a reformar aquellos cuya construcción no sea gramaticalmente correcta en nuestro idioma. Por ejemplo, no podrá utilizarse la denominación “X Fútbol Club”, sino “X Club de Fútbol” o simplemente “Club X”, ni tampoco los vocablos Racing, Athletic, Sporting… que deberán ser sustituidos por los castellanos correspondientes”.

En la junta del 13 de noviembre de 1940, bajo la presidencia del Marqués de la Mesa de Asta, se recuerda “la necesidad de españolizar completamente el nombre del Club, de manera que, en lugar de FC Barcelona se denominará o (denomine) Club de Fútbol Barcelona” y en la del 15 de enero de 1941 ya consta el cambio: “Comunicar a la Federación Catalana de Fútbol, en cumplimiento de las disposiciones dictadas por el COE-CND, la nueva denominación de este Club, que en adelante se intitulará Club de Fútbol Barcelona”.

El acta de enero de 1941 en la que se acuerda la nueva denominación del FC Barcelona

El acta de enero de 1941 en la que se acuerda la nueva denominación del FC Barcelona / Centre d'Estudis i Documentació del FC Barcelona

De vuelta a los orígenes

La Junta Directiva presidida por Agustí Montal Costa fue la impulsora del cambio y la aprobación de su petición quedó registrada el 8 de noviembre de 1973 vía carta. La misiva procedía de la Federación Catalana de Fútbol, que le dio salida el 5 con el siguiente texto: “A los efectos oportunos, cúmplenos transcribir a continuación el escrito recibido de la Real Federación Española, sobre el asunto de referencia: A los oportunos efectos, ponemos en conocimiento de esa estimada Regional que su afiliado de la referencia, una vez estudiada por la Junta Directiva de esta Real Federación y, elevada la correspondiente propuesta a la Superioridad, ha sido autorizado para recuperar el nombre con que la Entidad fue fundada, de “Fútbol Club Barcelona”. Lo que nos complacemos en comunicar a esa Regional para su traslado al club interesado”. La carta, dirigida al presidente del CF Barcelona y enviada a Maternidad 2, la firmaba el secretario general de la FCF, Ángel Clavero.

Agustí Montal, expresidente del Barça

Agustí Montal, expresidente del Barça / P. Largo

Ese mismo día, 8 de noviembre, el Consejo Directivo azulgrana se reunió en sesión ordinaria y, una vez leída y aprobada el acta de la última reunión, Agustí Montal abrió la sesión, como consta en acta, “comunicando a los reunidos que la Real Federación Española de Fútbol ha autorizado la recuperación al Club de su nombre tradicional Fútbol Club Barcelona”. En el libro “Agustí Montal. Memorias de un presidente azulgrana en tiempos difíciles”, este recuerda así el cambio de nombre: “Conseguimos que la RFEF nos lo autorizara y volvimos a decirnos, como siempre nos habíamos dicho, FC Barcelona, en lugar de la españolizada fórmula CF Barcelona, a que nos habían obligado después de la Guerra Civil, cuando el anglicismo de nuestro nombre auténtico les molestaba: de hecho, recordad que querían que el fútbol lo llamáramos balompié, porque fútbol venía del inglés football. ¡Qué obsesión!”.

La senyera

Antes del cambio de nombre, las cuatro barras rojas de la senyera desaparecieron del escudo del Barça, presentes desde 1910. En septiembre de 1939, la anteriormente mencionada Jefatura Provincial de Propaganda amputó el pabellón catalán recortando dos barras. Una anomalía más para desnaturalizar los orígenes de la entidad barcelonista.

De todas formas, la senyera volvió con relativa rapidez al escudo del Barça. Lo recordó Manel Tomás, responsable del Centre de Documentació i Estudis del FC Barcelona. Fue en el año 1949, con ocasión de las Bodas de Oro de la entidad. El socio barcelonista Salvador Grau Mora, natural de Benissanet (Tarragona) le propuso al presidente Agustí Montal Galobart —padre de Agustí Montal Costa, presidente entre 1969 y 1977— la restitución de las cuatro barras en el escudo del Barça. La razón esgrimida por Salvador Grau fue de una lógica aplastante: las cuatro barras estaban en el escudo oficial del régimen. También propuso la recuperación del nombre original, aunque sin éxito.

El presidente azulgrana devolvió las cuatro barras al escudo del Barça basándose “en la política de hechos consumados” pese a que la senyera estaba prohibida por el régimen franquista. Salvador Grau, miembro fundador de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), combatiente republicano en la Guerra Civil, editor clandestino y promotor del diario Avui y candidato a senador por Nacionalistes d’Esquerra, entre otras actividades, pagó su osadía con unos días en el calabozo.