24 horas con Víctor Font, un apasionado por el talento

”En 2003 decidió que quería ser presidente del Barça. 18 años después, está inmerso en ese gran sueño

El popular periodista Antoni Bassas, su mano derecha, le define: “Es honesto y tenaz"

Víctor Font recibió a Joan Vehils en la puerta de su casa, ubicada en el mismo centro histórico de la localidad de Granollers.

Víctor Font recibió a Joan Vehils en la puerta de su casa, ubicada en el mismo centro histórico de la localidad de Granollers. / VALENTÍ ENRICH

Joan Vehils

Joan Vehils

Víctor Font vive en el centro histórico de Granollers. En una casa del siglo XVI totalmente rehabilitada por el despacho H Arquitectes. Un pequeño cartel con el nombre de Víctor Font Manté y el de su esposa Esther Arnan Campos advierte que detrás de esa espectacular fachada reside un candidato a la presidencia del Barça.

Son las ocho y media y sus tres hijos de siete, doce y diecisiete años ya no están en casa. De hecho, Font lleva unos meses que los ve poco.

Víctor tiene un punto de timidez y Esther es muy cercana. En un momento organiza el desayuno, aunque Víctor no come nada. Un zumo de frutas y nada más.

El rincón favorito de Víctor Font

El rincón favorito de Víctor Font / VALENTÍ ENRICH

Tiene tendencia a engordar y se cuida. Llevan 20 años casados y más de treinta de relación, pero hasta el confinamiento no habían descubierto la habilidad de Víctor con las paellas. Le gusta comer bien y es un apasionado del buen vino. Prueba de ello es que la bodega está bastante vacía.

Su restaurante favorito es La Taverna d’en Grivé pero no olvida el Estanyol del Montanyà, donde conoció a Cruyff y donde le proporcionan las recetas de las paellas.

Dice Esther que el hobby de Víctor es el deporte. Ha corrido dos maratones, jugó al fútbol y le encanta verlo todo por televisión. Además del Barça, le apasiona el tenis y no se pierde ningún partido de Nadal. Mientras desayunamos en la radio se escucha a Jordi Basté.

9.30 H. Repaso de agenda

9.30 H. Repaso de agenda / VALENTÍ ENRICH

“Todo empezó en el 2003 en una conversación en Begur con Juli López. Allí decidí que quería ser presidente”. Luego, algunos, como Pep Guardiola o su amigo Ferran Soriano le advirtieron que no sabía dónde se metía, pero su tozudez le ha llevado hasta aquí.

El diseño de la casa es muy innovador, aunque apenas la han disfrutado. En el 2005 se trasladaron a Dubái y hasta el año pasado no volvieron a Granollers.

Font, en su residencia

Font, en su residencia / VALENTÍ ENRICH

En la parte trasera le espera su Tesla y un chofer que estos días le lleva de acto en acto. El primer destino es la sede electoral. No está lejos de su despacho profesional de la Diagonal, justo en la misma escalera que el presidente Montilla.

Font sigue siendo el propietario del veinte por ciento del diario Ara. “La prueba de la independencia del Ara es que son los que peor me han tratado’”, me apunta.

12.00 h. La preparación de Font

12.00 h. La preparación de Font / VALENTÍ ENRICH

En la sede le esperan Antoni Bassas y Albert Roura. Sus dos personas de confianza. Se prepara para un encuentro digital con los empleados del club.

Es muy meticuloso y no deja nada para la improvisación, pero se siente más cómodo cuando tiene a Bassas a su lado. Empieza la conexión. Se presenta y Bassas advierte que la palabra talento se escuchará en diversas ocasiones. Y así ocurre.

Eso sí, lo mejor pasa cuando termina. El presidente del comité de empresa del Barça se deja el micro abierto y se escucha: “Ha estado bien la fórmula está de Font y Bassas”. Menos mal… Bassas sonríe.

Al mediodía tienen cita en el Botafumeiro invitados por unos socios. “No comemos aquí cada día”, comentan entre risas. Y es que normalmente lo hacen en el Milo, un argentino cercano a la sede que tiene un fantástico menú de 12,50 euros. Acaban.

Les espera una reunión con otros socios, cita en Esade de Sant Cugat y entrevista radiofónica. Ese día cenó en casa. Acabo con las dos cualidades que Bassas me remarca de Font: “Es honesto y tenaz”. Mucha suerte.

Font, en el Botafumeiro

Font, en el Botafumeiro / VALENTÍ ENRICH