La mutación del Valencia de un año a otro
Hace exactamente un año, el Valencia se encaminaba hacia la peor temporada de su historia con unos resultados tremendamente negativos, una inestabilidad social que alcanzaba niveles gravísimos y bajo la sombra de un divorcio equipo-afición que parecía irreversible.
Hasta tres entrenadores -Pako Ayestarán, Cesare Prandelli y Voro- pasaron por el banquillo y después de no pocas dificultades el equipo blanquinegro acabó el campeonato sin pena ni gloria pero con más sombras que luces.
Todo eso parece haber pasado ya a la historia. El nombramiento de Mateu Alemany como director general ha contribuido a estabilizar la gestión del club y la contratación de Marcelino García Toral ha resultado determinante para recuperar la confianza y la autoestima de una plantilla que venía dando tumbos en los últimos años.
Desde el primer minuto de la pretemporada, el club, la dirección deportiva y los futbolistas han confiado en el método del técnico asturiano. Sobrio en el trabajo y meticuloso en lo táctico, el mensaje de Marcelino ha calado en todos los sectores del valencianismo. Todo lo contrario que durante los tiempos convulsos que vivió Pako Ayestarán, destituido tras encadenar cuatro derrotas en las cuatro primeras jornadas en plena crisis deportiva e institucional.
La política de fichajes de este verano ha resultado mucho más acertada que hace un año, cuando la mayoría de los refuerzos llegaron con la Liga ya iniciada. El guardameta Neto, los defensas Gabriel Paulista y Jeison Murillo, los centrocampistas Kondogbia y Andrés Pereira y el delantero Guedes se han integrado muy rápidamente al sistema de Marcelino y los resultados corroboran el éxito de la dirección deportiva.
La ‘operación limpieza’ que aplicó el club para desembarazarse de aquellos jugadores a los que se acusó de falta de compromiso ha ayudado a devolver la paz social al vestuario. Las salidas de
Nani, Munir, Joao Cancelo, Abdennour y Enzo Pérez, entre otros, han acabado con la crispación en el césped y en la grada y ha mejorado notablemente el ambiente de trabajo.
En las siete primeras jornadas, el Valencia 2017-18 suma nueve puntos más que hace un año, cuando en la misma franja de competición había sufrido ya cinco derrotas. Un año después, ha marcado seis goles más y ha encajado siete menos. Unas cifras rotundas que indican que el ‘método Marcelino’ funciona.
El equipo, tercero en la tabla, va como una balsa de aceite y eso se refleja en el rendimiento de los futbolistas. Especialmente significativa es la mejoría que ha experimentado Dani Parejo. El capitán es el líder del equipo y se ha vuelto a meter en el bolsillo a una afición que no demasiado tiempo atrás le consideraba uno de los principales culpables de la errática trayectoria del Valencia. Ya nadie se acuerda en la capital del Turia de los pitos en Mestalla ni de los insultos que recibía por la calle el madrileño.
Futbolísticamente, la metamorfosis del Valencia hay que buscarla en un sistema (4-4-2) que potencia el nivel del equipo y en un mejor porcentaje goleador. Zaza (6) y Rodrigo (4) han encontrado su mejor versión con la camiseta blanquinegra y han aumentado exponencialmente la competitividad de un equipo que ya sueña con volver a Europa.
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