MI PARTIDO

La lógica ausencia de Messi dio alas a Villa y Alexis

Josep Maria Casanovas

LA RESPUESTA FUE NO. Ayer nos preguntábamos en esta columna si Messi tenía que jugar el partido de vuelta de la Copa contra el Córdoba. Escribíamos que todo el mundo entendería que descansara ya que su concurso no era imprescindible. A la hora de la verdad se impuso el sentido común y la lógica. Leo estuvo en el banquillo pero quedó inédito. Mejor así. Se evita el riesgo de lesiones y se no se carga su condición física más de la cuenta. La goleada final deja claro que no hacía ninguna falta que jugara, mejor reservarlo para el domingo en Málaga donde afrontan la posibilidad de terminar la primera vuelta invictos. El Barça vuelve a competir con fe e ilusión para ganar tres competiciones, en consecuencia lo más inteligente es dosificar fuerzas y limitar esfuerzos. Messi debe entenderlo así. Está bien que quiera jugar siempre, pero si pensamos en lo mejor para el equipo su ausencia anoche fue una buena noticia. Teniendo en cuenta el viaje del lunes a Zúrich y las fuertes emociones vividas, es evidente que darle descanso era la decisión acertada. Es la primera vez desde mayo del 2011, hace más de año y medio, que el argentino no juega ni un minuto de un partido oficial. 

INYECCIÓN DE MORAL A VILLA Y ALEXIS. La ausencia de Messi propició en cierta manera que jugadores que hasta ahora no habían tenido muchas oportunidades se reencontraran con el gol. Villa y Alexis firmaron un doblete cada uno que tiene el valor de una fuerte dosis de moral. Una inyección de confianza directa a la vena. El asturiano no ha conseguido recuperar la titularidad tras su larga lesión y anoche no dejó pasar la oportunidad de reivindicarse como lo que es, un goleador. Un primer gol a lo Messi y un segundo de certero disparo cruzado le devolvieron la alegría perdida. Da la sensación de que vive el terrible dilema de si lo mejor es continuar en el Camp Nou o buscar cuanto antes un traspaso que le asegure jugar siempre. Alexis es un caso similar en la forma pero distinto en el fondo. Fichado a golpe de talonario hace un año, chupa más banquillo de lo que podía imaginar y en la Liga no se ha estrenado todavía como goleador. Anoche vio un poco de luz marcando también dos goles aunque antes puso en evidencia una ansiedad y precipitación que le impide terminar las jugadas con acierto. Nadie le discute su coraje y entusiasmo, pero le falta serenidad y acierto. Hace lo difícil y falla lo fácil. Se exige tanto que se convierte en su peor enemigo.