MI PARTIDO

No hay quien les pare, van disparados al título

Xavi Hernández

Xavi Hernández / sport

Josep Mª Casanovas

UN BARÇA IMPARABLE. El Barça va disparado hacia el título. No hay quien les pare. Su superioridad es incuestionable. Ganan cuando quieren y saben controlar el partido cuando les da la gana. La confianza de los jugadores es ilimitada, están convencidos de que si juegan como saben no hay nadie que les pueda apartar de sus objetivos. Juegan igual la Liga que la Champions. Es un equipo que funciona con el piloto automático enchufado, con un tridente en ataque que no tiene nadie más en el mundo. Haber sabido juntar a Messi, Neymar y Suárez es la fórmula del éxito. Crean tantas ocasiones de gol que acaban imponiendo su clase. Ayer, en el estadio blanquiazul, dieron un paso de gigante sumando tres puntos que fueron más fáciles de lo previsto. Todo se decidió en la primera parte, los de Luis Enrique salieron con el turbo enchufado dispuestos a marcar pronto diferencias en el marcador y lo consiguieron en menos de media hora. Neymay y Messi sentenciaron a un Espanyol muy blando que dio la sensación de salir asustado por la fuerza del rival. El Barça hizo lo que quiso ante un adversario que fue a remolque consciente de su inferioridad. La segunda parte no existió. Todo el pescado estaba vendido. Messi y compañía pusieron el taxímetro en marcha y aplicaron la ley del mínimo esfuerzo. Jugaron a verlas venir, lo que provocó que el Espanyol entrara en el partido y mejorara su imagen. Pero solo eso, el 0-2 era inapelable. 

UN LÍDER MUY SÓLIDO. Queda un partido menos y el Barça aumenta a cinco puntos su ventaja a la espera de lo que haga hoy el Madrid en el campo del Celta. No hay que preocuparse de los blancos, van chupando rueda y comienzan a estar resignados. El Barça se basta por sí solo para entonar el alirón. El líder desprende solidez y confianza, físicamente funciona como un reloj y los jugadores alimentan una ambición interior que explica su entusiasmo y entrega. Ayer, con uno menos por la expulsión de Alba por protestar, jugaron como si fueran once. Luis Enrique tuvo la sensibilidad de cambiar a Iniesta para que se llevara una merecida ovación de gala de la afición blanquiazul, que no olvida su amistad con Jarque. De paso, propició que Xavi jugara el partido 500, lo que es un récord que solo está al alcance de los elegidos. La estabilidad que tiene el equipo es envidiable ya que sabe dosificarse con inteligencia. Messi es el ejemplo más claro. Brilló en la primera parte y se reservó en la segunda. Sabe que lo más difícil está por llegar y no gasta energías en vano.