LA PAÑOLADA

Una final política

El Barça y el Athletic quieren jugar en el Bernabéu

El Barça y el Athletic quieren jugar en el Bernabéu / sport

Ernest Folch

"No hay que mezclar el fútbol con la política": prepárense a oír este estribillo en las próximas semanas. Una idea que, sin embargo, es una utopía imposible. Porque el fútbol es también pura y maravillosa política, sencillamente porque por suerte no puede aislarse del resto del mundo. Este viejo debate ha vuelto a reavivarse en las últimas horas gracias al sano morbo que produce la final de Copa entre el catalán Barça y el vasco Athletic en un pretendido Bernabéu madridista, si no lo impide otra fictica y por cierto muy política renovación de los lavabos. Aunque a muchos les duela, una de las noticias de la final va ser el nivel acústico de los silbidos en el momento en que suene el himno español. Algunos correrán a reivindicar otra vez que el fútbol no debe mezclarse con ideologías, pero la paradoja es que se lo contarán a un club que solo juega con vascos por pura decisón ideológica o a otro club al que le fusilaron un presidente en plena guerra civil. En el fútbol hay silbidos y también aplausos políticos, y no solo en Barcelona y Bilbao, sino también en Madrid o Valencia, en sentido inverso, y todos igual de legítimos.

A los que repiten como loros que no hay que mezclar fútbol con política se les ve el plumero que en realidad no quieren mezclar fútbol con las ideas que no les gustan, que es muy diferente. Al fin y al cabo, el día que Eto'o quiso abandonar un campo de fútbol tras recibir insultos racistas estaba por supuesto mezclando fútbol con política, y bien que hizo. La senyera en la camiseta del Barça es política, claro que sí, como también lo es la bandera española que ha lucido muchos años el Sevilla. Y admitamos ya que, sin la política, los Barça-Madrid serían partidos descafeinados y casi insustanciales. Un encuentro de fútbol no es ninguna burbuja aislada del mundo, como pretenden de repente los mismos periodistas que se desgañitan legítimamente por su país en un partido del Mundial. Bienvenida sea la final de Copa del 30 de mayo, precisamente porque es política.