Neymar aportó su magia y generosidad para hacer al Barça campeón

Como el partido, que fue de más a menos. Así actuó Neymar, muy activo en el primer periodo y más contemplativo en el segundo. En cualquier caso, dadas las circunstancias, y lo mucho que había en juego, era totalmente humano asegurar la victoria y no ponerla en riesgo.

Con el tridente en el terreno de juego, Neymar fue el primero en carburar. Y también en sufrir la primera tarascada del Granada. Rubén Pérez le cazó en el tendón de aquiles y mereció la amonestación. Siempre jugando desde fuera hacia adentro, el brasileño buscó combinar con Iniesta y Luis Suárez y en ese juego colectivo apareció Neymar para darle un pase en profundidad a Alba, que el canterano aprovechó para hacer la asistencia de la muerte al uruguayo, que abrió el marcador. Había caído la muralla nazarí gracias a una jugada con ADN azulgrana.

A pesar de las provocaciones y agarrones de sus marcadores, Neymar nunca se arredró. Al cuarto de hora de la segunda mitad recibió un pase desde la derecha y su remate lo despejó el meta del Granada con una buena mano abajo. Hubiera sido perfectamente el segundo gol del Barça. 

Un poco más tarde provocó la cartulina de Rubén Pérez, que tenía que haber sido expulsado por intento de agresión. Neymar volvió a aparecer con luz propia a los cuarenta minutos, cuando se desmarcó maravillosamente bien, lo vio Messi, que le pasó en profundidad y el brasileño, corriendo hacia la meta de Fernández, en vez de batirle, prefirió pasar a Luis Suárez, que venía desde atrás, para que el pichichi marcara a puerta vacía y lograra su triplete particular.

Cuando ha sido preciso, Neymar ha aparecido. El Barça tenía la obligación de ganar y ha ganado. De los tres goles, dos han llevado el sello del brasileño.