El análisis

Los diez pecados del Barça en Amsterdam

El Barça mostró ante el Ajax algunas carencias que el Tata Martino deberá resolver de cara a partidos más exigentes  

Javier Giraldo

1. Sin capacidad de remate no hay gol

El Barça cerró el partido de Amsterdam con un pobre balance: tres disparos entre los tres palos, gris estadística para un equipo acostumbrado a bombardear al portero rival: el equipo de Gerardo Martino se había caracterizado por su capacidad de llegada, por su contundencia y por su pegada. A falta de un juego especialmente elaborado, el Barça esgrimía remates y goles, como ocurrió ante el Celta o en el campo del Rayo Vallecano. Pero en Amsterdam, el Barça no tuvo el control del juego ni capacidad de remate. El portero del Ajax vivió un partido especialmente plácido ante un Barça más inocuo de lo normal. Ni Neymar ni Pedro ni Cesc, tampoco los jugadores de segunda línea, crearon auténtica sensación de peligro. A falta de juego, el equipo había sobrevivido a base de goles, pero en Amsterdam, al Barça le faltó tanto juego como goles. De los tres remates entre los tres palos, uno fue el gol de Xavi, de penalti, y los otros dos llevaron la firma de Neymar y Cesc.

2. No hubo circulación de balón ni líneas de pase

No hubo el menor síntoma de una de las grandes señas de identidad del Barça: la circulación de balón fue prácticamente inexistente. Pese a que en el discurso del Tata la fluidez en la circulación parece haber perdido importancia, en detrimento de un fútbol más directo, cuando el Barça no encuentra líneas de pase, se convierte en un equipo a merced del rival. Los jugadores apenas se ofrecieron a sus compañeros: apenas hubo desmarques en ruptura. El Barça no supo jugar ni al espacio ni al pie. Fue un equipo sin ideas, que además, abusó demasiado del pelotazo en largo desde la defensa: más que un recurso puntual, dio la impresión de que el Barça renunciaba a salir jugando.

3. ¿Dónde ha quedado la presión asfixiante?

La 'era Martino' se estrenó ante el Levante, con un resultado espectacular (7-0), en un partido que dejó, sobre todo, una sensación: el Barça había recuperado la capacidad para ahogar al rival, presionando en todo el campo, recuperando el balón muy cerca del área contraria. Aquella sensación se ha ido diluyendo de manera incomprensible: en Amsterdam, la indolencia a la hora de presionar de delanteros y centrocampistas supuso un peaje demasiado caro para el global del equipo. Lo sufrió especialmente Song, obligado a pelearse en cada acción con dos, tres y hasta cuatro jugadores holandeses. La intensidad también pasa por querer recuperar el balón cuanto antes y a toda costa.

4. Faltas a destiempo y cargados de tarjetas

No es habitual ver al Barça tan desbordado como se le vio en Amsterdam: frente al ímpetu y la frescura del Ajax, el equipo blaugrana solo recurrió a las faltas, muchas de ellas a destiempo, como demostró la estadística de las tarjetas amarillas. Cinco para el Barça (aunque una de ellas, forzada por Cesc para llegar 'limpio' a octavos de final) y dos para el Ajax. El Barça cometió 17 faltas en el Amsterdam Arena, pero su media por partido en la Liga de Campeones es de 11 por partido. El Barça no es un equipo concebido para el juego subterráneo ni para frenar al rival a base de faltas, y cuando tiene que hacerlo, las carencias quedan demasiado al descubierto.

5. Menos kilómetros recorridos que el rival

El dato es tan curioso como relevante: <strong>el Barça corrió en Amsterdam más que en ningún otro partido de esta Champions</strong>, 114 kilómetros, pero aun así fue superado por un Ajax que completó 119 kilómetros. La estadística no siempre refleja la superioridad de un equipo, pero sirve de indicio para adivinar qué equipo se empleó más a fondo. El Barça más competitivo de los últimos tiempos solía completar unos 120 kilómetros por partido. Pero la media del equipo blaugrana esta temporada, en partidos europeos, se queda en 108 kilómetros por encuentro. La Champions exige talento, suerte y capacidad resolutiva de cara a puerta, pero sobre todo, kilómetros de esfuerzo.

6. El Tata Martino no supo corregir al equipo

Con 2-0 al descanso, el Barça estaba obligado a transformarse: el equipo reaccionó a un primer tiempo para olvidar, pero el guion del partido siguió siendo parecido. El banquillo apenas ofreció síntomas de reacción, porque los cambios no introdujeron novedades tácticas. Patric suplió a Puyol (un lateral derecho por otro), Sergi Roberto entró por Xavi en la misma posición del campo y Adama fue el sustituto de Cesc, pero ya en el minuto 82. El Tata movió las piezas, pero aferrado a un esquema demasiado conservador: lejos de agitar al equipo con algún cambio táctico, el entrenador argentino mantuvo su pizarra ante un rival que, también en lo táctico, fue mejor.

7. Los laterales apenas aportaron juego

En el Barça, los laterales no pueden ser simples defensas, como ocurre en la mayoría de equipos: se trata de una exigencia histórica, que obliga a los laterales de ambas badas, desde la época del 'Dream Team', a alargarse y convertirse puntualmente en extremos, circunstancia que multiplica las opciones en ataque y regala opciones de juego a los extremos y al 'falso nueve'. Pero en Amsterdam solo se contabilizaron un par de aproximaciones de Montoya y un par de tímidos acercamientos de Patric. Cierto es que faltaron Jordi Alba, Adriano y Alves, pero las palabras del capitán Puyol al término del partido fueron tristemente sintomáticas: "no sabía cuándo apretar arriba o cuando cerrar abajo".

8. Un centro del campo intrascendente

Iniesta y Xavi vivieron un partido especialmente incómodo en Amsterdam, hasta acabar diluidos en el vendaval del Ajax. Cuando ni uno ni otro tienen trascendencia en el juego, el Barça pierde relevancia. En los partidos en los que el equipo había apostado por un juego más directo, menos elaborado en la medular, el Barça se agarró al acierto de Messi o a la capacidad de llegada de Cesc desde segunda línea. Pero ausente Messi y sin esa aportación de Cesc, el Barça se quedó desnudo en Amsterdam: cuando tuvo que recurrir a sus mejores hombres del centro del campo, le falló el disco duro, como si un cortocircuito bloquease el funcionamiento del equipo. Los centrocampistas no pudieron sacar a relucir sus mejores virtudes: Xavi no encontró la manera de controlar el juego a través de la posesión, Iniesta apenas pudo desbordar en el uno contra uno y Song estuvo perdido en mitad de la tormenta. Se echó en falta a Busquets, pero lo más preocupante es la sensación de que incluso con él en el campo, el equipo hubiera naufragado igualmente en Amsterdam.

9. Sin ideas a la hora       de atacar en estático

El Barça de Martino ha estado cómodo en partidos en los que el juego ha derivado hacia un cierto caos, en el fútbol de ida y vuelta. "En ese intercambio de golpes, como tenemos tanto talento arriba, solemos salir ganando", argumentó en su día el entrenador argentino. Fue una exposición muy coherente, pero que genera una pregunta. ¿Qué ocurre cuando, por exigencias del partido, el equipo tiene que atacar en estático? Si el equipo sufrió tanto ante el Ajax, un equipo que no aspira a ganar la Champions, ¿qué ocurrirá cuando el Barça tenga que medirse a un equipo de primer nivel europeo, sin margen de error? ¿Será capaz el Barça de recuperar los mecanismos que le permitían "agredir con la pelota" al equipo rival, por más cerrado que estuviera, como solía proclamar Guardiola? Será uno de los grandes retos de Martino al frente del equipo.

10. Un equipo atrapado por la indefinición

El último punto remite tanto al presente como al futuro del equipo: ¿a qué juega el Barça? ¿Hasta qué punto tiene claro el cuerpo técnico el camino a seguir? ¿La estrategia se dibuja siempre en función del rival y de las posibles bajas del equipo o es única, independientemente del tipo de partido? El equipo sigue transmitiendo sensación de indefinición. El Tata suele insistir en la idea de que su objetivo es alcanzar el ideal estético del mejor Barça de la historia, pero hay dudas sobre si podrá lograrlo con una plantilla que, según algunos análisis, emite algunos síntomas de cansancio. El barcelonismo sigue preguntándose qué cabe esperar del equipo, pero la respuesta sigue en el aire.