Cuatro minutos y medio con Messi

Fueron solo cuatro minutos y medio, pero dieron para mucho. Leo Messi estaba citado para empezar el entrenamiento a las once de la mañana y apareció a las 10.08, relajado y sonriente, en el campo 9 de la Ciudad Deportiva, acompañado de Sergi Nogueras, miembro del departamento de prensa del club, para posar en la fotografía que le había propuesto SPORT: cerca de una portería y acompañado de 300 balones, uno por cada uno de los goles que ha marcado en el Camp Nou desde su debut. 

El argentino ya estaba avisado de los planes de los fotógrafos de SPORT, pero a pesar de todo, se sorprendió al ver el material desplegado sobre el césped.

Valentí Enrich, uno de los fotógrafos de SPORT, le explicó cómo tenía que posar y Leo aceptó encantado, dispuesto a facilitar el trabajo de los reporteros gráficos: el argentino se sumergió en la nube de balones con una sonrisa mientras los fotógrafos tomaban posiciones (Enrich y Joan Monfort tumbados en el suelo y Marc Casanovas, pendiente del flash.

“Ahora mira hacia el horizonte, hacia aquel escudo del Barça”, le pedían los fotógrafos. Poco después, Valentí Enrich se subía a una escalera de cuatro metros para tomar varias imágenes en un plano picado, casi cenital.

Un Messi sorprendido

Entre foto y foto, Leo Messi miraba a su alrededor, sorprendido. “¿De dónde sacaron todo esto?”, preguntó, en alusión a los 300 balones que le rodeaban, metáfora de sus 300 goles en el Camp Nou.

Leo cumplió sin quejas ni malas caras todas las peticiones de los fotógrafos. Estuvo cómodo entre tanto balón, jugueteando y llevándose el balón de una mano a otra, en un gesto que dejaba ver su comodidad al verse rodeado de tanta pelota. Estuvo en su hábitat natural.

Cuando la sesión de fotos se dio por finalizada, se despidió picando suavemente un balón con la pierna izquierda, a pesar de que aún llevaba las chanclas.

Antes de volver al vestuario para empezar el entrenamiento, firmó un par de autógrafos y se hizo una foto con Edu Melchor y Adrià Rius, que habían sido fundamentales para hinchar y transportar los 300 balones, y que habían asistido a la sesión desde un discretísimo segundo plano.