Los 'cracks' de la ciencia quieren cambiar el rumbo de su historia

Los 'cerebritos' ya la saben meter

Caltech es la mejor universidad del mundo, pero su equipo de baloncesto lucha contra una historia increíble de derrotas

Sergio Vera

Nosotros queremos ganar con los estudiantes más inteligentes del mundo”.  Estas son las palabras de Oliver Eslinger, el entrenador del equipo de baloncesto de la Universidad de Caltech. Los 'Beavers' – nombre con el que son conocidos – compiten en la NCAA III en la liga de South California y hace una semana cerraron la primera gran gira internacional de su historia. De Pasadena (California) a Catalunya.  Un torneo de golf y varias subastas ideadas por el propio Eslinger permitieron recaudar fondos a sus chicos para hacer posible una aventura que les ha llevado a probarse en una semana contra cuatro equipos que compiten en Primera Catalana y Copa Catalunya. ¿El balance? 3 victorias y 1 sola derrota.

La iniciativa ha sacado de las aulas a 15 jóvenes mentes brillantes de la considerada mejor universidad del mundo por el 'The Times Higher Education World University Ranking' pero que también arrastra una curiosa carga en la historia del baloncesto universitario norteamericano: Caltech tiene el peculiar honor de haber acumulado una racha de 310 derrotas consecutivas. El exitoso documental 'Quantum Hoops' da fe de ello. Y no son los únicos estudiantes a los que para conseguir una victoria se convirtió en algo prácticamente imposible. El equipo de béisbol acumuló 228 partidos con derrota y en voleibol femenino ostentan el récord con 184.

¿Se imaginan a los 4 protagonistas de la popular serie norteamericana ‘The Big Bang Theory’ jugando a baloncesto? Sheldon Cooper y sus amigos trabajan como físicos e ingenieros espaciales en esta universidad californiana de la que han salido más de una treintena de premios Nobel  y, aunque en la serie ninguno de ellos se dedica al baloncesto, lo cierto es que los alumnos que conforman el actual equipo de Caltech están llamados algún día a quien sabe si ocupar algún puesto en la NASA - el centro dirige y gestiona  el Jet Propulsion Laboratory - emprender en Sillicon Valley o trabajar en compañías del prestigio de Google o Facebook, como ya ocurre entre algunos de los 15 elegidos por el ‘coach’ Eslinger. Entre tanto ‘cerebrito’ solo un ‘Beaver’ en la historia ha conseguido llegar a ser profesional: Michael Edwards. Este joven alero se graduó la pasada temporada y ahora juega para los Pee Dee Vipers de la PBL  - una liga menor formada por equipos de Estados Unidos y Canadá-.

Tras tantos años de derrotas consecutivas, Oliver Eslinger se hizo cargo del equipo en 2008 con la misión de relanzar un grupo del que solo 6 de sus 16 jugadores habían practicado alguna vez el baloncesto. “Mi misión es reclutar jugadores pero es una tarea complicada. En Caltech prima lo académico por encima de lo deportivo”, señala. Desde su llegada al banquillo, Eslinger asegura haber batido 70 récords históricos de los ‘Beavers’ y aunque su balance en seis temporadas es de 15 victorias y 135 derrotas el nuevo bloque de Caltech invita al optimismo.

Con 10 ‘freshmans’ (jugadores de primer año) en la plantilla se asegura un futuro estable con el que poder trabajar. Y no será por falta de empeño. Ricky Galliani es uno de ellos y está convencido del cambio. “La gente sabe que poco a poco las cosas están cambiando. Vamos mejorando. Todos están sorprendidos con los resultados. Somos optimistas. Cada vez vamos perdiendo por menos”.

Ingenieros mecánicos e informáticos conforman el ‘roster’ de un equipo que pese a estar volcado en sus carreras académico-profesionales no escatima en esfuerzos entrenando dos horas diarias durante seis días a la semana. Aún así ninguno de ellos se plantea un futuro ligado al baloncesto. El propio Galliani asegura que quizás tan solo su compañero catarí Nasser Al Rayes - un pivot de 2.08m con buenos movimientos cerca del aro - pueda planteárselo: “Quizás pueda jugar en alguna liga europea algún día”. ¿Serán capaces de dar un giro a la historia? Este grupo de ‘cerebritos’ ya las sabe meter.