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La primera vez que bajas de 40 min en 10 kilómetros

Después de las tres horas en maratón, esta barrera es el siguiente gran desafío para el corredor aficionado

En el parque de la Dehesa la Villa, en el que entrenaba antes, conocí a Manolo, un hombre que nunca ha bajado de 40 minutos en 10km por un segundo: 40’01”. Después de aquello, nunca volvió a correr tan rápido.

Pero no es ninguna novedad. En todas las carreras de 10 km del mundo, los 40 minutos siempre se cobran algún disgusto.

Es más, fortalecen una idea que merece la pena. De acuerdo que no son las tres horas en maratón: la diferencia es que en los 10 km hay oportunidades a mansalva.

Se trata de una barrera que tiene su propia música y misterio.

Hay quienes los derriban sin dificultad y hay quienes como Manolo necesitarían una vida más para lograrlo que, a no ser que exista la reencarnación, ya no va a tener.

Por eso la de los 40’00” minutos es una propuesta interesante que exige un ritmo por debajo de 4’00” durante 10 kilómetros lo que, sin embargo, no consigue equivocarnos: correr un kilómetro a 4’00” es fácil pero correr durante 10 a 4’00” ya no es tan fácil.

Pero, como escribió Arturo Pérez Reverte: “A todos nos motivan los juegos. Los desafíos”.

La pregunta es si realmente puedes, si tienes cuerpo, capacidad o genética para lograrlo. Qué esfuerzo le exige esto a tu cuerpo para lograrlo. Qué motivación y hasta donde se puede llegar.

En el caso de Manolo, que era empleado de Telefónica hasta  que se jubiló prematuramente, las piernas no se cansaron de intentarlo con ese estilo tan tosco suyo, con esa meritoria manera de correr. Pero ya nunca más volvió a acercarse: los 40 minutos no volvieron a abrirle la puerta.

Todavía hoy lo sigue contando, sin encontrar explicación fiel a eso que en su día pareció una estafa del destino. Pero así son los 40 minutos, capaces de obligarte a discutir contigo mismo.

Nos demuestran hasta qué punto son importantes las cosas que no nos cambian la vida, hasta qué punto dos dígitos se pueden convertir en una pistola en el pecho.

Los 40 minutos representan un desafío de calidad para la mayoría de la gente. Sobre todo a medida que te haces mayor.

Llega una edad en la que, si sigues siendo capaz de correr por debajo de 4’00”/km, te tratan de usted.

Y tú mismo, a medida que te haces mayor, recuerdas aquellos tiempos en los que corrías por debajo de 40’00” sin dificultad y hasta te preguntas:

-¿Estarían mal medidas las distancias?

Pero eso no es más que un mecanismo de defensa frente al paso del tiempo (ése sí que es imbatible).

Hay que aceptar cada etapa de la vida. Pero, sin duda, la más bonita corriendo es la que te permite desafiar tus mejores marcas, la de volver a casa y mejorar marca (aunque sea solo un segundo).

Y el día que bajas de 40 en 10 km (si realmente te ha costado trabajo) ese día es como un regalo de cumpleaños. De hecho, conocí a un prestigioso abogado, Armando Betancort, que decía que el mejor regalo que podía hacérsele (nada de corbatas ni de relojes caros) era mejorar la marca.

Hay pocos ciudadanos a los que les resulte fácil bajar de los 40 minutos en 10 km. Quizá por eso uno es tan prudente al escribir de esta batalla.

No le falto el respeto y ni se me ocurre pensar que forme parte de una campaña más de publicidad. Al contrario. Los 40 minutos también retratan esta afición, la importancia del reloj, el whatsapp que me envió José Antonio este mes de abril cuando, por fin logró bajar de 40 en los 10 kilómetros de Coruña tras casi una década corriendo:

-Llegó el día -escribió orgulloso.

Y aquel día me acordé de la letra de esa canción de Fito Páez:

-Nunca nada se repite como la primera vez.

Y me hubiese cambiado por José Antonio.

Y me acordé de mi mismo el día en el que lo logré por primera vez, hace más de 25 años, éramos jóvenes.

Habrá planes para bajar de los 40 minutos pero en mi caso no hay consejos porque hay gente de 50 años que todavía es joven para correr y hay otros que a esa edad han insistido tanto corriendo que ya casi son como fósiles.

No me importaría que ahora me diesen las doce de la noche escribiendo de los 40 minuos.

Podría contar historias y mas historias.

Sería como una línea de autobús en la que suben y bajan pasajeros continuamente.

Y, sin embargo, no se me ocurre ninguna regla obvia para lograrlo.

Quizá el misterio sea lo mejor, lo que forma parte de la batalla y de nuestro propio examen de conciencia frente a la incertidumbre en la que la mayoría de los entrenadores  nunca se cansan de apelar a la paciencia:

-Al final, cada uno siempre encuentra el camino.

Y en el camino habrá gente que lo logrará como José Antonio y otros que se quedarán a un segundo de lograrlo como Manolo, que no creo que sea una excepción.

Hoy, el hombre lo cuenta orgulloso y yo le doy la razón: no es normal que la mala suerte dure un segundo.

 


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