Asistimos a una sucesión de acontecimientos a nivel mundial que podrían desencadenar en un cisma sobrecogedor que quizá nunca hayamos conocido en el entorno del deporte. Una crisis de dopaje jamás conocida tras la “mayor filtración de datos de análisis de sangre en la historia deportiva”, según informa en exclusiva el Sunday Times y la cadena alemana ARD / WDR, después de acceder a una base de datos custodiada por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) que contiene más de 12.000 pruebas de sangre de 5.000 atletas recogidas durante 11 años.
El científico Robin Parisotto y el fisiólogo del ejercicio Michael Ashenden, dos expertos antidopaje, han analizado los resultados revelando que más de un tercio de las medallas – incluyendo 55 oros – han ganado en eventos de resistencia de Juegos Olímpicos y campeonatos mundiales con resultados sospechosos, sin que haya mediado sanción alguna. En concreto, el Sunday Times denuncia que más de 800 atletas han registrado resultados “altamente sugestivos de dopaje o por lo menos anormales”. Parisotto, añade, “Nunca he visto un conjunto tan alarmante anormal de valores de la sangre … Así que muchos atletas parecen haberse dopado con impunidad, y es irrefutable que la IAAF parece estar de brazos cruzados, sentados y dejando que esto suceda.”
Por su parte, la Agencia Mundial Antidopaje, acaba de lanzar un comunicado alarmados por el tamaño y el alcance de las “salvajes” acusaciones de dopaje, anunciando que abrirán una rápida investigación para esclarecer los hechos.
La noticia es un torpedo directo a la línea de flotación del atletismo. Esa línea que separa el honor de la insolencia. El respeto de la desfachatez. La integridad de la estafa y el engaño. Un atletismo que va camino de naufragar en arenas movedizas.
Atormenta la posibilidad de que se destroce por completo la efigie de un deporte a todas luces tocado. No deja de ser la sombra de un profundo desasosiego. Herido de muerte, en parte. Quién sabe si un cisma absoluto podría ser la única válvula de escape ante una mentira más que consolidada. Ante un juego macabro que se salta las normas, empezando por la propia raíz… el “querer”. No hay organismo que no siembre la duda con su actuación.Huelga ahondar en el mismo concepto. Para poder, hay que querer. No ayuda la constante entre el colectivo de atletas. “Lo sabíamos todos”, “Era un secreto a voces”, “Estaba cantado”. Todos lo saben. Nadie actúa. Se puede actuar. Se debe actuar.
Encarnando la frialdad y la hipocresía desde las raíces más profundas e inmorales del ser humano. Casi con saña. Con sorna. Sin respeto o valores. Ese respeto que no obtuvieron aquellos atletas limpios, que tuvieron que contemplar con amargura cómo un dopado aniquilaba su trabajo, su esfuerzo y sus reconocimientos (también económicos). Un respeto que ya nunca obtendrán, en ese sentido. Se quedarán sin el sabor de lo más alto del podio. En contraprestación, se admirará y aplaudirá su integridad. Sin embargo, sabemos que ya nunca será lo mismo.
