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Cuando el deporte deja de significar salud. La tríada de la mujer deportista

Tríada de la mujer deportista: definición, síntomas y estrategia de abordaje

En 2017 Bobby Clay hizo público el porqué de su desaparición de la competición. La joven promesa británica que con tan solo 20 años ya había conseguido ser 4ª del mundo en 1500 m., ofreció las siguientes declaraciones: “tengo 20 años y nunca tuve el período. Tengo 20 años y padezco osteoporosis. (…) Superaba con creces lo que me pedían en los entrenamientos. Entrené en exceso y me quedé sin energía”.

Lo peor de todo es que la historia de Bobby Clay no es un caso aislado, sino que existen cientos de niñas y jóvenes en situaciones similares a las de la británica; como la célebre Mary Cain, que también se vio obligada a “desaparecer del atletismo” durante un tiempo.

Nos encontramos en una sociedad en la que el culto al cuerpo está a la orden del día y en un entorno deportivo nublado por la visión de quela deportista más delgada, será la que más va a rendir”, sin saber el daño que pueden hacer estos estándares a unas jóvenes que quieren desarrollarse en un ámbito que a priori es saludable y que puede aportar beneficios a todos los niveles como es el deporte.

Sin embargo esto no es así, ya que deporte no siempre es equiparable a salud. Especialmente si hablamos del Alto Rendimiento y cuando se llevan a cabo conductas que pueden poner en riesgo el bienestar de las personas que lo practican.

Tríada de la mujer deportista: definicion

Existe una condición médica que se denomina “la tríada de la mujer deportista”, que cada vez se da con más frecuencia en féminas deportistas y que consiste en la combinación de los siguientes tres factores:

  • Déficit energético o restricción alimentaria que puede ser causado o no por un TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria) y que supone tener una ingesta alimentaria inferior al gasto energético diario.
  • Desórdenes en el ciclo menstrual como la amenorrea primaria o secundaria.
  • Pérdida de masa ósea que puede producir la condición de osteoporosis u osteopenia.

Ésta se ha convertido en una “epidemia silenciosa” debido a que tanto entrenadores, como deportistas y seguidores, normalizan el hecho de que las féminas no tengan la “regla” si practican deporte, estén extremadamente delgadas sobretodo si practican deportes como la gimnasia o compiten en pruebas de larga distancia, o sostengan algunos mitos relacionados con “alimentos prohibidos” para conseguir un óptimo nivel de rendimiento.

Cabe destacar que en la mayoría de las ocasiones no se presentan los tres componentes de la tríada a la vez, sino solamente uno o dos de ellos tal y como afirman Torres Saura et al., (2013).

No obstante, normalmente es la ingesta deficitaria de energía o un balance calórico negativo, la causa principal que desencadena las otras dos condiciones: los cambios neuroendocrinos que regulan los niveles estrogénicos implicados en la función reproductiva y la osificación de las jóvenes, y en consecuencia aparecen las primeras irregularidades menstruales y fracturas por estrés.

Cómo se detecta

Podemos evaluar la tríada a través de pruebas médicas como la densitometría (que valora la densidad ósea) o revisiones ginecológicas regulares. Sin embargo algunos de los signos y síntomas más frecuentes que podemos encontrar en estas atletas son:

Sintomatología frecuente de la tríada de la mujer deportista

-Restricción y eliminación del consumo de ciertos alimentos (carbohidratos, grasas, bebidas azucaradas…)
-Una propesión a sufrir más lesiones y a tener peor recuperación de las cargas de entrenamiento.
Destrucción muscular y consiguiente reducción de los depósitos de glucógeno, comprometiendo el rendimiento a largo plazo (pese a que pueda parecer que a corto plazo la ejecución deportiva mejora)-
-Condiciones metabólicas irreversibles (infertilidad, problemas de corazón etc.)
Fluctuaciones del estado de ánimo, socialización, concentración o desempeño normal de su día a día.

¿Qué hacer cuando ocurre? Estrategias para abordar la Tríada de la mujer deportista

Papanek (2003) propone ciertas estrategias para eludir o ralentizar el avance de la tríada:

  • Ingesta de entre 1000-1.500 miligramos diarios de calcio y entre 400 y 800 IU de vitamina D al día.
  • Modificación de la estructura, el timing y la X alimentaria, hasta conseguir un aumento de peso corporal, de un 2-3% de las deportistas afectadas
  • Identificación de los comportamientos, actitudes y/o comentarios que actúan como mecanismos de mantenimiento del problema-
  • Involucración de los padres y entrenadores en el tratamiento y proceso de realimentación de la deportista.
  • Recuperación de las posibles lesiones causadas como consecuencia de la disminución ósea provocada por la tríada de la mujer deportista.
  • Reestructuración y abordaje de los pensamientos y mitos relacionados con el peso, la grasa corporal y el rendimiento deportivo.

Este último punto es clave, ya que existe una gran cantidad de creencias relacionadas con el rendimiento y el peso, así como comentarios por parte de entrenadores y compañeros de equipo, que pueden causar un gran daño en estas atletas (aunque la tríada también puede darse en varones).

Así pues, no solo debemos centrarnos en abordar los problemas derivados de la tríada como las lesiones o la recuperación ponderal del peso, sino que nuestro papel como sociedad tiene que ser el de fomentar una comunidad libre de prejuicios basada en el respeto a la diversidad y  reforzando el mensaje de que el atleta más delgado no necesariamente es el mejor competidor (Joy et al., 1997).

@psicomiriamcosta


Bibliografía

Cáceres, P. A. L. (2011). Enfoque nutricional en la tríada de la atleta femenina: El papel del Dietista-Nutricionista. Trastornos de la conducta alimentaria, 13(1), 1461-1480.

Cristaldo Grommeck, P., & Lujan Martínez Santacruz, A. (2017). Manifestación de la Triada de la Atleta en Bailarinas Profesionales de Ballet en comparación a bailarinas estudiantes. Revista Unida Científica1(2). Recuperado de: http://www.unidacientifica.org/uc/index.php/uc/article/view/17

Golden NH. (2002) A review of the female athlete triad (amenorrhea, osteoporosis and disordered eating). Int J Adolesc Med Health. 14(1) 9-17.

Izquierdo Miranda Z., Cabrera Oliva V.M., Almenares Pujadas M. E., García Ucha F. (2006) Actualización, pronóstico y medidas de intervención para la tríada de la mujer deportista. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, 6(24) 188-199

Joy, E., Kussman, A., & Nattiv, A. (2016). 2016 update on eating disorders in athletes: A comprehensive narrative review with a focus on clinical assessment and management. Br J Sports Med50(3) 154-162.

Papanek, P. E. (2003). The female athlete triad: an emerging role for physical therapy. Journal of Orthopaedic & Sports Physical Therapy, 33(10), 594-614.

Torres Saura, V., Ruiz Ruiz, J. C., García-Mauriño Ruiz-Berdejo M., et al. (2013) Prevención en salud pública: Anorexia nerviosa en mujeres deportistas. Hig. Sanid. Ambient. 13(5): 1108-1121


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