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Algo más importante que las medallas

Siempre que empieza un gran campeonato como el Europeo de Berlín nuestro atletismo se convierte en una casa de apuestas. Pero yo creo que hay cosas más importantes. 

Él, Marcelo Bielsa, no hablaría estos días de medallas. Pero nosotros sí. No se trata de que pertenezcamos a distintas categorías, porque habitamos en el mismo mundo. Pero, sea como sea, ese hombre, ese entrenador, siempre me pareció un tipo ejemplar. De ahí que sea una fantástica inspiración para vivir, para escribir y hasta para poner el freno de mano a esa palabra, medallas, que anda en boca de todo el mundo en estos días. A veces, nos equivocamos hasta el extremo de convertir un deporte tan bonito como el atletismo en una casa de apuestas. Nos gobierna esa palabra modelo: medallas. Si es una obsesión es lógico. De su consecución responsabilizaremos al éxito o el fracaso de España en este Europeo de Berlín. Será así porque siempre fue así. No podemos cambiar a estas alturas


“No habrá número de medallas más importante que las sensaciones que dejen los atletas en la pista”

Los números tienen un poder aterrador. Juzgar esta clase de campeonatos, a partir del número de medallas, parece un objetivo innegociable. De ahí que antes de empezar ya estemos pensando en el resultado y, ahora que nos sentimos fuertes, celebrando que llevamos un equipo tan potente. Toda ilusión es bienvenida y hasta necesaria. Pero también tenemos derecho a sacar la cabeza los locos que no compartimos ese hambre por las medallas. Es más, yo seré sincero con ustedes. Para mí, las medallas no son ni siquiera necesarias. Lo que es necesario es que haya opción a esas medallas y que las actuaciones de nuestros atletas nos dejen sin sentimiento de culpa. Si son victorias que sean victorias honestas y si son derrotas que sean derrotas valientes. Si es así será imposible perder. No habrá número de medallas más importante que las sensaciones que dejen los atletas en la pista, incluidos todos esos que ni siquiera se van a aproximar al podio. Y eso también es atletismo. No solo el número de medallas. Siempre he pensado que hay que juzgar a los demás como nos juzgamos a nosotros mismos.

Al final, las medallas a veces hasta se olvidan. Sin embargo, las sensaciones no. O, al menos, es más difícil. Es más, dos años después yo no dejo de poner de ejemplo la derrota de Esther Guerrero en los JJOO de Río de Janeiro como uno de esos días heroicos. Máxime en un deporte como éste en el que es tan complicado ganarse la vida. Por eso defiendo con más ahínco que nunca a esos atletas españoles que no tienen ninguna posibilidad de medalla y, sin embargo, pueden hacer un gran papel en Berlín. Si solo valoramos el número de medallas o de finalistas, ellos no aparecerán por ninguna parte. Y no es eso. No se trata de olvidarse de la clase media porque, en realidad, significa olvidarse de nosotros.


“No nos quedemos solo con los titulares, con las fotografías en el podio”

Y por eso empezaba hablando de Bielsa. Porque él desconfía del éxito y promete que no inmuniza ante nada. No sé si esto será un alegato al romanticismo. Pero un tipo como Bielsa, que acaba de poner este fin de semana a sus futbolistas del Leeds United a recoger basura durante tres horas para darse cuenta del frío que hace allí fuera, merece ser admirado y tal vez escuchado. Por eso yo desde aquí pido acabar con la fiebre por las medallas como si esto midiese  la salud de nuestro atletismo. No estoy de acuerdo. No lo estoy si no se atiende a esa clase media, llena de atletas a los que les faltan tantos recursos económicos y que no forman parte de esa frase del presidente de la Federación, de cara a la opinión pública, que hoy encabezaba tantos titulares: “Tenemos doce opciones claras a medalla”.

No me gusta. Me he pasado el año hablando con atletas en situaciones casi precarias como ustedes han podido leer. Y yo no me olvido de ellos ni de su esfuerzo por llegar a Berlín los que lo han logrado. Si se les diera más recursos a lo mejor alguna vez estos atletas también podrían aproximarse a las medallas. De ahí que no nos quedemos solo con los titulares, con las fotografías en el podio. Ojalá haya suficientes, ocho, diez, doce…,  las medallas nos recuerdan que sin esas emociones no podemos vivir y que no todo es la paciencia. También necesitamos que las cosas sucedan en décimas de segundo como los goles en el último minuto. Pero otra cosa es esclavizarnos a ellas para reivindicar la salud de nuestro deporte. Basta recordar todas esas veces en las que los árboles no nos dejan ver el bosque y que el atletismo ya no es un deporte al uso y ni siquiera a tiempo completo.


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