Llueve sobre mojado. El partido del pasado sábado en Balaídos fue el último ejemplo del trato especial que los árbitros están brindando al Real Madrid. El escándalo fue mayúsculo. Hasta tres penaltis a favor dispuso el equipo de Carlo Ancelotti para solucionar un partido que se le había complicado mucho por su propia desidia y por el empuje del cuadro gallego. El Celta llegó a ponerse 1-1 en el arranque de la segunda parte pese a que el colegiado le había anulado un gol poco antes del descanso a instancias del VAR por un fuera de juego de Iago Aspas al entender que había participado en la jugada al impedir que Alaba despejase el balón.

El escándalo arbitral esconde el bajón del Real Madrid (leer noticia)