Juan Román Riquelme nunca fue una persona elocuente. Todo el despliegue de talento que enseñaba dentro del campo quedó siempre reducido a pocas palabras ante los micrófonos. Eso sí, bien seleccionadas y criteriosas, generalmente tan punzantes como los pases de gol que ofrecía a sus compañeros por detrás de los defensas rivales. Nada parece haber cambiado en sus primeras semanas como dirigente.

Riquelme impone el estilo del silencio en Boca (leer noticia)