Riquelme impone el estilo del silencio en Boca

Riquelme no se corta al ir a votar: ¡enloquece junto con los aficionados de Boca!

Riquelme no se corta al ir a votar: ¡enloquece junto con los aficionados de Boca! / SPORT.es

Vero Brunati

Juan Román Riquelme nunca fue una persona elocuente. Todo el despliegue de talento que enseñaba dentro del campo quedó siempre reducido a pocas palabras ante los micrófonos. Eso sí, bien seleccionadas y criteriosas, generalmente tan punzantes como los pases de gol que ofrecía a sus compañeros por detrás de los defensas rivales. Nada parece haber cambiado en sus primeras semanas como dirigente.

El pasado 19 de diciembre, el ídolo máximo del Boca Juniors, incluso por encima de Diego Maradona, asumió su cargo de vicepresidente segundo y encargado absoluto de la parcela futbolística del club. Desde entonces ha tomado decisiones fuertes, pero su voz ha sido escuchada a cuentagotas, incluso por aquellos que fueron afectados de manera directa por algunas de esas determinaciones.

Sello propio

Desde el mismo momento que dio a conocer su presentación como candidato para las elecciones en la entidad xeneize, Riquelme habló de un “equipo de trabajo”, compuesto por varios ex jugadores del club, la mayoría de estrecha relación personal con quien fuera jugador del Barça y el Villarreal. Sebastián BattagliaRaúl CasciniMarcelo Delgado y el colombiano Jorge Bermúdez volvieron a la institución que los vio triunfar como jugadores para integrarse en la estructura formativa del club, pero como es lógico había que abrirles hueco dando de baja a quienes ocupaban esos puestos. En la maniobra, Román dejó la primera impronta de su estilo.

Nicolás Burdisso, director deportivo con un año más de contrato en vigencia; su ayudante Aníbal MatellánRolando Schiavi, entrenador del segundo equipo, y seis de los técnicos de la cantera fueron relevados de sus cargos. Riquelme no se lo comunicó personalmente a ninguno de ellos. Tampoco a Emanuel Ruiz, captador de talentos y que conoce a Román desde que coincidieron en las categorías menores del Argentinos Juniors; ni a Matías Arce, que fue compañero del “10” en el equipo campeón del año 2000.

El silencio llega a tal punto que Riquelme prefirió estar ausente en el acto de presentación de Miguel Ángel Russo, el entrenador elegido para ponerse al frente del equipo. En sus primeras semanas como vicepresidente apenas si hizo un par de declaraciones en ocasión del partido-homenaje a Diego Forlán disputado en Montevideo, ninguna demasiado trascendente. 

El reino del silencio ha logrado desacomodar al periodismo que habitualmente cubre las informaciones boquenses. En pleno mercado de pases resulta casi imposible saber qué negociaciones está realizando el club, tanto para incorporar como para desprenderse de jugadores. “Solo diremos algo cuando hayamos firmado al menos un precontrato”, señaló el presidente, Jorge Ameal.

Fichajes frustrados

Y por el momento, nadie se aparta del discurso oficial. Las dificultades económicas que sorprendentemente dio a conocer el nuevo mandamás del club –la gestión anterior había centrado en ese aspecto casi todos sus supuestos éxitos- puso a Boca al mismo nivel que el resto de los clubes del país y la disparada cotización del dólar obliga a la prudencia y la contención. 

Antes de marcharse, Burdisso había dejado casi cerrada la incorporación de Nicolás Gaitán, ex del Atlético de Madrid actualmente en el Chicago Fire de la MLS; y muy avanzadas las negociaciones para la llegada del peruano Paolo Guerrero. Hoy, ambas operaciones parecen imposibles. Nunca se reanudaron los contactos por Gaitán, y las pretensiones del goleador del Internacional de Porto Alegre resultan inalcanzables para la tesorería xeneize. 

El listón ha bajado y el último nombre que suena es el del colombiano Edwin Cardona, que ya estuvo cedido en Boca durante un año y acabó 2019 como suplente en el Pachuca mexicano. Riquelme, por supuesto, no dice nada al respecto. Ejecuta sin hablar. Mueve las piezas de forma inesperada y profunda, como cuando ponía el balón bajo la suela de su bota y manejaba todo el juego de su equipo. Es su estilo, y nada parece que vaya a hacer que eso cambie.