Vinicius sufre y llora en el Real Madrid
El entorno madridista avisaba alarmado antes del partido de lo que iba a sufrir el brasileño con el árbitro Martínez Munuera
El Rayo lo desactivó con facilidad, sufrió siete faltas, ayudados por un árbitro al que parece que el madridista le debe algo
Vinicius es víctima de su propio arte, de su inmadura personalidad y de árbitros que se ponen la venda cuando le pegan y se la quitan cuando se queja. El brasileño llora ser rehén de colegiados como Martínez Munuera, al que parece deber algo por la manera de tratarle cada vez que coinciden en el campo.
El entorno madridista ya avisaba alarmado antes del partido de lo que iba a sufrir con el colegiado valenciano y poco se equivocaron, aunque obvian que Vinicius ayuda desde esa rebeldía mal medida que los colegiados autoritarios no perdonan, pese a ser el jugador al que más palos dan de la Liga.
El Rayo Vallecano siguió el plan establecido de todos los equipos que saben como se desquicia el brasileño. Le pegan de primeras para marcar territorio (tortazos por la espalda incluidos como hizo Balliu), se queja y los árbitros le reprimen castigando esos lloriqueos. Pero luego le siguen dando y la mitad de las veces los colegiados hacen la vista gorda y Martínez Munuera marca tendencia. Le pitó siete faltas y pasó por alto otro puñado. Incluso a la primera falta que hizo el brasileño aprovechó para mostrarle la tarjeta amarilla, en una acción intrascendente que luego se repitió en el partido varias veces y que el valenciano pasó por alto. ¿Por qué? Se pregunta el madridismo.
EL COMITÉ DE ÁRBITROS, A LO SUYO
El Comité de Árbitros, en su línea, dará una palmadita de felicitación a Martínez Munuera y condenará al artista. Una manera fácil de solucionar un problema que va a más y que acabará mal con el tiempo, porque el delantero blanco no es de hierro.
Pero Vinicius no es un santo, se rebela y ahí entran sus compañeros para intentar frenarle. Ancelotti y algunos jugadores le dedican regañinas por revolverse y quejarse enfrentándose a los rivales y a los árbitros, reacciones que le perjudican y más con colegiados que se hacen fuertes detrás del pito y de las tarjetas que llevan en los bolsillos.
El madridismo empieza a hartarse y a denunciar la falta de protección al jugador, aceptando que su actitud no es la mejor. Y señala a Martínez Munuera como el adalid de los árbitros para cerrar los ojos a la agresividad de sus marcadores. Una situación que empieza a recordar a la etapa de Neymar en el Barça, cuando le pegaban hasta en el paladar.
Vinicius tiene que templar nervios, dedicarse a jugar a sabiendas que los árbitros no le van a regalar nada, y más si están lejos de sus jugadas, que es lo habitual. El brasileño es mártir de su propia inmadurez, de esa inconsciencia de querer hacer lo que quiera con el balón y no siempre lo consigue, a veces le paran por las buenas y otras por las malas, que empiezan a ser una constante. Lo peor es que empieza a verse como algo normal mientras siga quejándose.
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