Tres meses del burofax

El Manchester City está decidido a fichar a Leo Messi, según The Times

El Manchester City está decidido a fichar a Leo Messi, según The Times / Valentí Enrich

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

A lo tonto a lo tonto, ya hace tres meses que Messi envió un burofax al Barça anunciando oficialmente que ejecutaba la cláusula por la que podía marcharse de forma unilateral. Que se quería ir, vamos. O que se iba, porque Messi estaba totalmente convencido de que se iba con su fútbol a otra parte, a un sitio en el que visualizara que le rodearían de un equipo con suficientes garantías para luchar por los grandes títulos, por esa Copa tan linda y deseada que hace demasiado tiempo que se le resiste en el Barça. Finalmente, Messi no se fue, los intríngulis de los contratos, cláusulas, recontracláusulas y distintas interpretaciones de la letra le obligaron a quedarse en el Barça. Bartomeu se salvó por los pelos de pasar a la historia como el presidente al que Messi se le escapó gratis. Y, paradojas de la vida, el que quería irse, Leo, sigue en el Barça y el que quería quedarse, Bartomeu, ya no está. Pero más allá de este cambio, que es mucho cambio, me temo que en lo esencial seguimos igual.

LA CONFIANZA.

El burofax y lo que vino en los días siguientes rompió demasiados vínculos emocionales en el barcelonismo. El debate, las discusiones, abrieron un escenario doloroso que no benefició a nadie, al que menos, al propio club. Se empezó a dudar de Messi, de su compromiso y de su amor al Barça. Se leyó y escuchó que ya estaba en su declive futbolístico y se cuestionó su contrato, el dinero que se le paga. En definitiva, el barcelonismo se dividió. Y en estas seguimos con un Barça apagado en la Liga, un Messi que ha perdido la alegría y, lo que es peor, un Messi que está cansado de ser siempre el problema de todo en el club. Lo más sagrado de la relación Barça-Messi, la confianza, se rompió el día del burofax. Urge recomponerla cuanto antes. Hoy, mejor que mañana. Si no, cada día que pase estaremos más cerca de un final traumático, sin títulos y con reproches. Y Messi no merece esto, Messi merece ilusionarse con ganar otra Champions y otro Balón de Oro en el Barça, pero si no es posible, merece salir por la puerta grande. El nuevo presidente tendrá el reto histórico de recuperar las emociones perdidas, pero el problema es que quizás el 24 de enero sea demasiado tarde.