Queridos Reyes Magos...

Me ha costado encontrar un sitio donde escribir esta columna. Me veo rodeado de unicornios, cartas de Pokémon, puzles, disfraces varios, Lego Technic Rescue Boat y una guitarra con la que practico una vez al día. Sí, amigos, por mi casa también han pasado los Reyes Magos y, sobre todo, se han pasado con los niños. Demasiados regalos, aunque dos de ellos me han recordado a mi infancia: los guantes de portero y unos cromos de La Liga.

Cuando era pequeño, cada año los Reyes me traían cosas relacionadas con el fútbol. Recuerdo el Pro Action Football, un juego tipo Subbuteo, pero con más glamur. También recuerdo unos míticos guantes Mitre, las Nike Premier, la camiseta de Zubizarreta o Ronaldo y los PC fútbol de turno con Michael Robinson en la portada. Pero solo un regalo sobresalió por encima de los otros: la impresionante Adidas Etrusco Unico. La pelota de las pelotas, el balón de los balones, el esférico con que Romario batió a Abel por encima en el 5-3 del Camp Nou, con el que Koeman marcó el segundo gol, de falta, a Buyo en el 5-0. El balón con el que Stoichkov se iba por la banda de laterales desesperados, el que Guardiola atesoraba antes de ponerlo en el área. El balón oficial de primera división en los gloriosos años 90. Sin duda, aquel fue el regalo que más ilusión me hizo y el que más me duró. Posteriormente quedó substituido por los Technics SL 1210 MK3, mi otra gran pasión (y profesión). Los frikis como yo me habréis entendido, y los otros buscad en Google.

Aquel glorioso Barça del Dream Team hizo que inundara la carta a los Reyes con juguetes o material de fútbol y que pasara el tiempo en el césped de mi casa con mi amigo Guillem jugando a fútbol, uno de portero y el otro de chutador. ¿Los palos? Un palo santo y un cerezo.

Ojalá que la ilusión de los niños por el Barça y por el fútbol vuelva como vino en mi niñez con aquel glorioso Barça que hizo ir de culo a Gaspar, Melchor y Baltasar.

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