Esto no es Milán
El FC Barcelona encara un año crucial. Cierto es que, a mayores títulos y éxitos sobre el césped, más sencillo crecer en ingresos, aunque haya excepciones como el Manchester United, una máquina comercial perfectamente engrasada a prueba de vitrinas vacías. Sin embargo, quienes defienden el all-in de la junta de Joan Laporta han preferido girar la vista a Milán. Nadie quiere una desaparición del mapa mediático como la que sufrieron los rossoneri en la última década. Aunque es una comparativa con muchos matices que difícilmente sirve como argumento para justificar la combinación de venta de activos e inversiones que se han acometido este verano.
La primera obviedad es que el problema del Barça es coyuntural, mezcla de la caída de ingresos por la Covid-19 y la arriesgadísima política deportiva de la junta de Josep Maria Bartomeu a partir de 2017. En el caso del Milan, todo lo contrario. Sus números reflejan una crisis estructural, por la que acumula 891 millones de pérdidas desde 2014, con unos números rojos anuales que no han bajado de los 73 millones. Y eso que su masa salarial jamás superó los 260 millones, menos de la mitad de lo gastado por el Barça en 2021-2022. Pero quienes atizan la bandera de la milanización olvidan dos elementos clave.
El primero es que la crisis del AC Milan, entendida como su desaparición de la élite continental, tiene mucho que ver con su país. Mientras que LaLiga ha doblado sus ingresos por televisión en ocho años, los de la Serie A se han estancado. Lo mismo ha sucedido con la relevancia internacional de sus partidos, que impacta directamente en el atractivo comercial de sus clubes. Disociar la irrelevancia de algunos clubes a la situación de su liga es hacerse trampas.
El segundo es que si hay títulos, habrá más ingresos. Cierto a medias. Si llega más facturación, lo más difícil es que, de entrada, deberán compensar los 41 millones que irán directamente a Sixth Street cada año. Como encontrar un nuevo main sponsor sin más activos premium que dar en un periodo en el que el Camp Nou estará a medio gas por las obras. Solución parcialmente buena que traslada la restructuración necesaria a futuro.
Pocos tienen en cuenta que el crecimiento será en todo caso a medio y largo plazo, mientras que el gasto comprometido empieza a contar ya. De ahí que algunos cuestionemos que todo el esfuerzo inversor se haya concentrado en un año y no espaciado en dos o tres. Tiempo prudencial para eliminar la herencia de salarios altos y volver a un volumen de amortizaciones más moderado. Ese es el gran reto.
Una Primera División sin camisetas ‘limpias’
ste fin de semana ya veremos que todos los clubes de Primera División lucen un patrocinador principal en el frontal de su camiseta, después de que el Cádiz CF haya cerrado un acuerdo con Khalifa CapitalGobiernoAsí es como un tercio de LaLiga empezó el año pasado sin ninguna marca en la camiseta y no fue hasta entrada la Navidad cuando todos cubrieron ese activo. La situación ha cambiado, precisamente porque el deporte ya ha encontrado una alternativa interesante: plataformas digitales en busca de grandes bolsas de consumidores, como Spotify o Cazoo, pero sobre todo las empresas relacionadas con el mundo blockchain. Ahí está el contrato récord del Atlético de Madrid de 42 millones con WhaleFin. La duda es cuánto durarán.
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