Messi (y el Madrid), al rescate de Bartomeu

Messi jugará su primer partido en San Paolo

Messi jugará su primer partido en San Paolo / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça pasó del infierno al cielo en solo siete horas, las que van de la pitada a Bartomeu a la derrota del Madrid en Levante. De la bronca al liderato. Todo gracias al Madrid y, por encima de todo, a Messi. Porque justo cuando Bartomeu y su junta se encontraban con un pie y medio en el precipicio, con una parte del Camp Nou silbando, sacando pañuelos y pidiendo dimisiones, apareció Messi, para variar.

El mejor resumen de lo que sucedió ayer es el mismo que el de la última década: Messi, un día más, sostuvo al club entero. Como siempre, Messi al rescate de sus compañeros, de sus entrenadores y, también, de sus presidentes. En realidad, Messi al rescate del Barça, del barcelonismo, de su entorno, de sus ismos, de sus guerras tantas veces pueriles, y de sus complejos.

Messi al rescate de todos nosotros para recordarnos que todo acaba y empieza en la pelota, de la que solo él sabe sus secretos. A medida que avanzaba el encuentro, Messi fue tirando su agua bendita encima del incendio institucional, y de sus cuatro manguerazos, en la retina culé quedará grabada para siempre su primer gol, una brutalidad de rapidez, creatividad y definición, que dejó al Eibar, hasta aquel momento un buen equipo, totalmente noqueado.

De paso, los goles de Messi redirigieron el foco de la afición, que empezó la tarde con ganas de guerra y terminó postrada a los pies de su dios particular. A parte de Messi, del partido vale la pena subrayar el buen debut de Braithwaite que participó en los dos últimos goles, y al que se vio participativo, motivado e incisivo, sin ponerse nervioso en ningún momento.

La pañolada puede acelerar las elecciones

Por mucho que Messi y el Madrid maquillasen la pañolada, lo cierto es que el duro pronunciamiento del Camp Nou tira todavía más sal a la herida institucional. Hacía más de una década que el Camp Nou no se manifestaba de manera tan tajante contra el palco, algo que hace pensar que puede tener serias consecuencias.

Con una parte de su junta en pie de guerra y habiendo tenido que entregar por el camino, y contra su voluntad, a su mano derecha, Bartomeu está hoy sumamente debilitado. La única solución para calmar los ánimos internos y apaciguar el Camp Nou es anunciar un adelanto electoral en los próximos días, e intentar repetir la jugada del 2015.

Fue entonces cuando Bartomeu solucionó la crisis de Anoeta con un adelanto electoral, que desembocó en un triplete y de paso en su propia victoria en las urnas. La diferencia entre el 2015 y ahora es que la junta está hoy sumamente desgastada y dividida. Lo increíble es que todo sucede ahora con el equipo líder.