Laporta y la trampa de la solución más fácil

Joan Laporta y Ronald Koeman analizarán el futuro del Barça

Koeman echó en cara a la directiva no haber transmitido más confianza / Google

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Koeman está más fuera que dentro. A pesar de que Laporta todavía no ha tomado una decisión sobre el futuro del entrenador. Y no la tomará hasta que acabe la temporada y vuelva a reunirse con el técnico. Pero, como es lógico, cada derrota coloca más cerca del abismo al holandés. El 29 de abril, hace poco más de dos semanas, antes del partido contra el Granada en el Camp Nou que podía poner al Barça líder en solitario de la competición, nadie (bueno, casi nadie) cuestionaba la continuidad de Koeman en el banquillo blaugrana ante la inminente posibilidad de conquistar un doblete histórico. Sin embargo, el equipo se ha desplomado en solo 18 días: únicamente ha ganado un partido de cinco y ha tirado lamentablemente la Liga sumando 5 puntos de 15. La consecuencia de este hundimiento no puede ser otra que la defenestración del entrenador, a pesar de que él no sea el culpable (el único culpable) del desastre. Laporta tenía claro que Koeman seguiría un año más si se ganaba el doblete. Todo ha cambiado, lógicamente, con la debacle. Las dudas se han multiplicado. Aunque a día de hoy, el presidente no se ha pronunciado sobre la destitución (o no) del técnico. Y fuentes de su entorno más cercano aseguran que no lo hará hasta la próxima semana... a pesar de los rumores que ya colocan a Xavi (que ayer, curiosamente, llegó a Barcelona) como sustituto. 

Laporta se encuentra, en estos momentos, en una compleja encrucijada. Porque sabe que la raíz del problema no está en el banquillo, sino en el campo. Y que debería hacer una gran revolución en la plantilla para empezar a construir el Barça del futuro. El presidente, que ha vivido en primera persona la euforia de la Champions femenina, está indignado con el rendimiento y la actitud de algunos (bueno, de muchos) jugadores en esta terrorífica recta final de temporada. Los echaría (insisto, a muchos) con ganas. Pero es consciente de los escasos recursos económicos de que dispone para afrontar esa limpieza del vestuario. Y puede tener la tentación de apostar por la solución más fácil (y más barata): cambiar solo al entrenador. Lo cual sería un error. Un gran error... Y una trampa mortal.