El Inter muy bien, pero Messi y Suárez juegan en el Barça

Suárez celebra su gol en el Camp Nou

Suárez celebra su gol en el Camp Nou / sport

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça supo mantenerse de pie al filo del abismo, y cuando parecía muerto y enterrado, apretó los dientes, y supo sobreponerse en un admirable ejercicio de carácter, que es justamente lo que caracteriza a los equipos ganadores. El mérito de los de Valverde es que supieron apretar los dientes cuando en la primera parte fueron literalmente sometidos por el Inter de Conte, un conjunto extraordinario, que perdió una oportunidad histórica de arrancar algo positivo del Camp Nou.

El Inter pudo lograr el 0 a 2 hasta en cuatro ocasiones, pero se impuso la verdad más vieja del fútbol, la que dice que si no rematas a un gran equipo y lo dejas vivo, estás muerto. Y así fue como el Barça resucitó primero gracias a la decisiva entrada de Arturo Vidal, que revolucionó el encuentro y lo subió una velocidad, y después gracias a Suárez y Messi, que aún sin estar todavía al máximo de su físico, demostraron una vez más por qué son la llave que abre todas las defensas.

Suárez se inventó una volea formidable donde no había nada, y Messi dibujó otra jugada imposible para habilitar otra vez a Suárez. El Inter se miraba el espectáculo perplejo, después de haber machacado a su rival durante más de una hora con un fútbol de ensueño. Pero es que en realidad las cosas son muy sencillas: el Barça tiene a Messi y Suárez, y el Inter no. Así de crudo, así de simple.

El Barça, hoy, todavía no da para mucho más: De Jong fue creciendo a medida que avanzaba el partido, Arthur mostró que cada día está más consolidado y Dembélé enseñó que si no se lesiona más y es capaz de cuidarse puede ser por fin una pieza decisiva. Busquets y Griezmann, otro día por debajo de su nivel, hicieron méritos para ser cambiados. Atención porque el que no corre vuela y aquí nadie tiene el puesto asegurado.

EL NUEVO VALVERDE ARRIESGA E INTERVIENE

Se confirma que esta temporada hay un nuevo Valverde, dispuesto a desmentir su proverbial conservadurismo. Ayer acertó con la entrada de Arturo Vidal, y no tuvo reparos en cambiar a dos vacas sagradas como Busquets y Griezmann. El nuevo Valverde parece dispuesto a aplicar la ley de la meritocracia, y si no que se lo pregunten a Rakitic, que ayer volvió a quedarse sin jugar un solo minuto. El Barça está en plena sacudida interna, y esto también explica por qué a veces dentro de un mismo partido el equipo es capaz de los mejor y de lo peor.