Una gestión muy díficil de trasladar al mundo Barça

Míchel y Xavi se saludan antes de empezar el Barça-Girona en Montjuïc.

Míchel y Xavi se saludan antes de empezar el Barça-Girona en Montjuïc. / JORDI COTRINA

David Bernabeu

David Bernabeu

Tras el golpe del Girona en Montjuic, os podría hablar de Lewandowski, un melón que nadie quiere abrir pero que, cuando esto siga así, habrá que hacerlo más pronto que tarde. O del escaso nivel Barça que rezuma Raphinha. Lleva 2 goles, uno menos que Cancelo, cuyo talento no esconde su desesperante toma de decisiones. O de los duelos que pierden Koundé y Christensen. Del desentendimiento de los Joaos en la presión alta que desemboca en el gol de Dovbik. O de ese plantillón virtual que nos han vendido y sólo ha servido para que a Xavi le hagan memes por decir que “somos un equipo en construcción”, cuando el discurso del club anuncia la llegada de otro ciclo dominante.

Podría seguir, pero debo detenerme en el caso del Girona. En su estructura. Seria, con funciones delimitadas, un modelo que recorre el club de arriba a abajo, despegado del resultado de turno y una coherencia fuera de serie. Quique Cárcel, el arquitecto, suma nueve años en la casa. En los dos y medio que Michel y Xavi llevan en la Liga, el Barça ha despachado con cuatro jefes de fútbol. Hace dos ejercicios, con Michel en la cola de segunda, Cárcel optó por renovarle. Ni agentes, ni amistades o favores pendientes. La idea marca todas las decisiones. Por eso, de la nada, aparecen Tsygankov y Savinho, o sacan la mejor versión de Eric García, vilipendiado en su casa por no defender.

La pregunta es: ¿Quique y Michel podrían hacer en el Barça lo que hacen en Girona? Muy difícil. Porque, de repente, dos de sus aliados, el tiempo y la presión, se vestirían de enemigos. Y la impaciencia y las dudas, madres del cortoplacismo, son la antesala del fracaso. Ojalá Xavi encuentre la calma que le permita operar ante el error. Ojalá.