Un fracaso en la Champions podría activar una moción de censura

El Barça-Nápoles se juega el 8 de agosto

El Barça-Nápoles se juega el 8 de agosto / sport

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

El coronavirus lleva camino de provocar peores consecuencias que una tercera guerra mundial. Nunca en la historia se había producido una catástrofe global de estas dimensiones. Sin ninguna bomba, sin ningún disparo, sin ningún ataque humano, el mundo se ha venido abajo en una crisis que amenaza durar mucho más de lo que parecía hace tres meses. Las cifras no paran de crecer: 17,8 millones de contagiados, 700.000 muertos y la economía mundial hundida, bajo mínimos. Si hubiésemos visto en una película la expansión brutal e incontrolable de esta pandemia, nos hubiera parecido ciencia ficción.

Esta tragedia tiene consecuencias directas para todos, desde el deporte al futbol pasando por el Barça. Es un golpe duro para el ‘business’ deportivo, un frenazo y marcha atrás para los clubes, un castigo para los aficionados. Lo peor de todo es la sensación de inseguridad, la imposibilidad de hacer planes de futuro, los temores de los ciudadanos de recuperar su libertad. Hasta que no se comercialice una vacuna con garantías habrá secuelas importantes que durarán varios años. El 2020 marcará un antes y un después. Nos acordaremos toda la vida de este maldito Covid que ha truncado tantas ilusiones y planes.

Estamos tan obsesionados con el coronavirus que todo lo demás parece quedar en segundo plano. En plena ola de calor, con medio país de vacaciones, estamos a seis días para que reemprenda la Champions con el partido de vuelta del Nápoles que es, más que nunca, a vida o muerte. Si el Barça gana la eliminatoria de octavos de final, accederá a la primera y única final a ocho equipos a partido único en Lisboa. Un formato inventado para salvar el prestigio de la competición de clubes mas importante. Si pierde, apaga y vámonos, acabará una temporada nefasta con muchos errores en el campo y demasiados escándalos en los despachos. De todo esto depende que la asamblea de octubre no sea un drama para la directiva y que tome cuerpo una moción de censura que podría adelantar las elecciones.

El coronavirus ha significado para el Barça un ataque a traición, un golpe bajo que le ha causado cuantiosos daños. La próxima temporada será distinta. No habrá presupuesto récord, no habrá fichajes de cracks, no volveremos a ver el Camp Nou lleno. La austeridad y la contención del gasto serán temas prioritarios. Los ingresos se reducirán ya que la crisis turística afecta directamente a la venta de camisetas y a las visitas al museo y estadio. Los derechos de televisión no crecerán y algunos patrocinadores van a pedir la revisión de sus contratos a la baja. A todo esto hay que añadir dos factores determinantes: la incógnita de Messi, que el 2021 quedará libre si antes no renueva contrato, y la campaña electoral, que se anuncia movida y sonora. ¿Qué hará Leo ante este panorama tan complicado? Su idea de siempre era colgar las botas en el Camp Nou después del Mundial de Catar 2022.

Pero las circunstancias pueden cambiar y no descarta escuchar otras alternativas, ofertas millonarias que con la baja en el bolsillo no le faltarán.