Dolor y gloria

Messi ante el PSG

Messi ante el PSG / Efe

Carme Barceló

Carme Barceló

La temperatura ambiental estas últimas veinticuatro horas en Barcelona era alta. Muy alta. Dentro y fuera. En las calles y en las casas. Sentimientos y reivindicaciones a flor de piel. Fuego en el cuerpo, título de película que describe el sentir de una afición que, como todos, necesita desbravarse, desgañitarse y sacar lo que lleva dentro desde hace casi un año. La necesidad de volcar hacia afuera lo que uno lleva dentro. La sangre hirviendo y el corazón, a punto de explotar. Pero siempre hay una tormenta o un cubo de agua fría que atempera los ánimos. Dolor y gloria. Otra película, esta vez de Almodóvar, que nos describe el presente. Realidad versus ficción.

DISFRUTAR Y PADECER

El barcelonismo ha disfrutado, celebrado y padecido títulos y derrotas esta última semana de la mano del basket y del fútbol. Jasikevicius y sus jugadores aplastaron al Real Madrid en su casa. El técnico lituano se dejó la mitad de las cuerdas vocales en un partido que fue pura épica culé. Como él. Un tipo que siente los colores y que transmite emociones, sentimientos y alma. Una apuesta de la directiva saliente pero, sobre todo, del propio entrenador. Llegar donde casi todo está roto para recomponerlo. Las mismas sensaciones de un aterrizaje forzoso. Pero le pudieron las ganas y los colores. Lluís Cortés lleva la batuta de un Femení que sólo da alegrías. Ellas consiguen que aumente el orgullo de pertenencia a un club que marca la diferencia en España y en Europa. Dejan alto el pabellón allá donde van. Justifican su presupuesto lo miren por donde lo miren. Y de Koeman,¿qué decir? Una leyenda que también tuvo muy claro dónde venía y a qué precio. El cariño, en teoría, no se compra. En su caso, está demostrado. Ha devuelto sensaciones positivas y, cuando estaba en su mejor momento, el PSG le puso/les puso a todos en su sitio. A todos.. La realidad es dura y tozuda. El ‘es lo que hay’ se repitió en las mismas calles y en las mismas casas que, dos horas antes, tenían el vello erizado esperando otra gran noche que no llegó.