Cuestión de relojes

Dembélé habría pedido dejar el Barça

Dembélé habría pedido dejar el Barça / EFE

Rubén Uría

Rubén Uría

El reloj de Dembélé

Paradojas de la vida. El tipo que se ha pasado meses llegando tarde a los entrenamientos llegó puntual al Metropolitano. Su gol rescató a un Barça muy cauto, que se encontraba contra las cuerdas. Valverde tiró de Ousmane, el mosquito puso su despertador en hora, recibió una descarga de Messi, recortó y con sangre fría, perforó el muro carnal de Simeone. Siga o salga del Camp Nou, algo queda muy claro con Dembélé: crea problemas fuera del campo al tiempo que los soluciona dentro de él. Cuanto peor juega el Barça, más anarquía necesita. Y Dembelé es anarquía. Una teoría del caos, un futbolista imprevisible, único. Capaz de estrellarse y al mismo tiempo, tener estrella.

Un lío de cojones

Solari dijo que su Madrid iría a Melilla con dos cojones. Ayer dijo que el que puso la testiculina fue el Eibar. Así que, en materia de atributos masculinos, el Madrid tiene un lío de cojones. El vestuario, en cambio, lo tenía claro: les habían ganado “por falta de actitud” y por “la segunda jugada”. La realidad es que el Eibar les ganó la segunda jugada, la primera, la tercera, la cuarta, la quinta y la que hiciera falta. Fue un baño. Cucurella, factoría La Masia, dejó la defensa blanca con más agujeros que el Prestige. Y Mendilíbar, Napoleón de Zaldívar, convirtió al Madrid en un pelele. Uno al que se le ha parado el reloj.

Santi es una Mina

No es Pelé, ni siquiera Mario Alberto Kempes. Y no tiene tanto nombre como Gameiro o Batshuayi, pero Santi Mina tiene personalidad, pelea y gol. Suficiente para que un equipo sin pegada se haya encomendado a su figura. La respuesta del gallego ha sido explícita: cinco partidos, seis goles. No es un virtuoso, no ha costado una fortuna y no contaba con la etiqueta de titularísimo, pero Santi se ha hecho un hueco a codazos. Antes de su irrupción, el Valencia era más inocente que Bambi. Y ahora, con el gallego, parece Tyson. Santi es una Mina: primero dispara y luego pregunta. Y siempre da la hora.