El Barça pide una segunda revolución

El once del Barça en el Ciutat de València

El once del Barça en el Ciutat de València / LaLiga Santander

Ernest Folch

Ernest Folch

Un dato a la vez curioso e inquietante: de los futbolistas que tiraron la Liga en el Ciutat de València, 6 ya habían jugado y caído contra la Roma (3-0, 2018), 7 contra el Liverpool (4-0, 2019) y 8 fueron los mismos que cayeron vergonzosamente en Lisboa (2-8, 2020). Quizás así se entiende mejor que se repitieran también las mismas actitudes: dar el partido por ganado antes de tiempo, una prepotencia que rápidamente se vuelve impotencia, e incapacidad de reacción ante el abismo inminente.

Mismos jugadores, mismo patrón. Si aplicamos el bisturí veremos que en todas las contiendas, desde Roma, aparecen siempre 6 futbolistas: Ter Stegen, Alba, Sergi Roberto, Piqué, Busquets y Messi. Estaremos todos de acuerdo que de la ecuación hay que sacar a Ter Stegen (salvador en infinitas ocasiones) y a Messi, pichichi de la Liga y sin el cual el Barça, durante este tiempo, ni siquiera habría ganado ni optado a ganar ninguna Liga. Así pues, cuando pasamos el bisturí quedan 4 nombres que salen en todas las fotos de los últimos años: Alba, Roberto, Busquets y Piqué. Cierto, se dirá con razón que son protagonistas también en todos los éxitos, y es así: el palmarés de estas cuatro leyendas lo pueden igualar muy pocos jugadores del Barça en su historia. Pero quizás sea esta la trampa en la que cayó la pasada junta directiva: éxitos pasados no implican éxitos futuros.

Por el camino, eso sí, se purgó a Luis Suárez, convertido en el chivo expiatorio de la dolorosa debacle en Lisboa, pero que sin su presencia se ha demostrado que el equipo sigue básicamente con los mismos defectos. Lo cierto es que, con o sin Suárez, el Barça lleva más de una década con la misma columna vertebral de vacas sagradas, protagonista de los mayores éxitos de la historia del club y, al mismo tiempo, actores principales de todos sus últimos batacazos.

Como suele suceder esta temporada, una parte del entorno se lanzó a la yugular de Koeman tras perder la Liga en Valencia, y a pesar de que el técnico tuvo también su parte de responsabilidad (como el absurdo cambio de Dembélé), ya no cuela culpar siempre al entrenador de los males del equipo. Porque lo cierto es que Koeman emprendió el pasado verano una primera y meritoria revolución, con una apuesta decidida por los jóvenes, pero visto lo visto no ha sido suficiente. Hará falta una segunda revolución, la de verdad, más dura y menos amable, en la que se deberá afrontar lo que no se ha querido hacer estos últimos años. A Laporta le tocará la difícil misión de despedir a jugadores emblemáticos del club, a veces incluso con contrato en vigor. La situación del club es tan precaria que la nueva junta tendrá que dejar salir antes de entrar. Unos cambios profundos que ya se perfilaban hace unas semanas pero que la dolorosa derrota en el Ciutat de València sin duda acelerará.

El éxito femenino tapa el fracaso masculino

El Barça puede convertirse este domingo en el primer club en tener a la vez una Champions femenina y una masculina. Y cosas del destino: aunque parezca increíble, un título de las chicas podría ayudar a compensar los malos resultados del primer equipo masculino, en lo que en argot futbolístico se conoce como ‘tapar’. Lo nunca visto: la primera Champions de las de Lluís Cortés serviría para dar una alegría a un entorno desanimado. Otra prueba de que el Barça es uno de los escasos grandes clubes que se ha creído su división femenina y ha invertido el dinero necesario para potenciar una sección que está destinada a ser la gran mimada de los próximos años.

El inquietante silencio del club

El Barça guarda un curioso silencio institucional en bloque, a pesar de las cuestiones candentes que genera la actualidad. Más allá de cuatro frases después de algún título, nada se sabe del presidente Laporta, que dicen que prefiere esperar a conocer la situación económica de la entidad en su profundidad. Tampoco se ha estrenado Elena Fort, portavoz de la junta, y el resto de directivos mantienen un silencio coordinado y disciplinado que para nada debe ser casualidad. Pero dos meses y medio después de aterrizar, se agradecería que alguien, aparte de Koeman, dé la cara.