Así ofendió Argentina a Messi

Martín Liberman, periodista argentino muy crítico con Leo Messi

Martín Liberman, periodista argentino muy crítico con Leo Messi / sport

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Lo voy a escribir sino reviento. Lo voy a decir porque es la auténtica realidad, dura realidad. Y porque es la única manera de poner en valor aquello que tienes y disfrutas, aquello que, a menudo, se cuestiona. No solo aquí, también allí. No solo en Europa, también en América. No solo en Barcelona, también en Buenos Aires. Menos, muchísimo menos, en el Barça que en la selección argentina. Pero digámoslo ya. El Barça acaba de presentar su fastuoso, fabuloso, impresionante presupuesto y es de 897 millones de euros. Y, disculpen, pero toda esa cantidad de dinero, toda, depende de Leo Messi. Con perdón, o sin él.

Y así ocurre con Argentina, con el país entero porque, si hay un país que se vuelve loco por el fútbol, ese es Argentina y no Brasil, no. Por eso, la victoria de Argentina en Quito es tan importante. Muchos dirán que lamentablemente histórica pues, ciertamente, la clasificación para el Mundial de Rusia no ha podido ser más triste y pobre por parte de una selección que no debería haber pasado apuros y los pasó con un fútbol pobre, sin sentido, raquítico y un montón de escándalos en su federación y relevos continuos en el banquillo.

Y, cómo no, como siempre que ocurre algo enorme, ahí estaba Leo Messi. Cierto, sí, a veces, también cuando ocurren cosas horribles, está Messi de por medio. Esa es, precisamente, la diferencia: que Messi, en el Barça o con Argentina, siempre está. Lo juega todo. Y, claro, cuando unos y otros lo necesitan (que es siempre, siempre), ahí aparece Messi. Que parece que no está (porque nunca habla, ni hace ruido, ni enseña los pectorales o su Bugatti, si lo tuviera), pero que siempre está; que parece que no se entera, y se entera; que parece que es mudito y debe hablar, digo, no sé, supongo, donde hay que hablar y con quien hay que hablar de lo que hay que hablar.

Es por ello, supongo, que el agitado Jorge Sampaoli puso el grito en el cielo cuando se enteró que el presidente de la AFA, Claudio Tapia, invitó a Manuel Valdez ‘El Brujo’ a acompañar, en secreto, digo, no sé, parece, a Quito, a visitar el estadio Atahualpa antes del partido y a realizar algunos trabajitos para terminar con las malas ondas que, supuestamente, afectaban a la selección albiceleste.

‘El Brujo’ Manuel, a quien muchos hacen responsable (¡tremendo, sí!) de la conquista, por parte de Estudiantes, de la Copa Libertadores de 2009, ha aumentado su popularidad tras este 1-3, que muchos consideran miserable porque acaba de descubrirse que cinco jugadores de Ecuador se fueron de juerga días antes de recibir a la selección de Argentina. Y, claro, Sampaoli, siempre tan estirado él y activo, ha puesto el grito en el cielo cuando escuchó decir al tal Tapia que “más tuvo que ver Messi, sí, en esta gran victoria pero el ‘Brujo’ también tuvo mucho que ver”. Es una realidad que el fútbol acaba volviendo loca a la gente hasta el extremo de, teniendo a Leo Messi en nómina, confiar tu suerte a las artes de un brujo “para que provocara energías positivas sobre el seleccionado”.

Uno puede tomarse en serio o en broma semejante decisión. Uno puede hasta reírse de que todo un país, de la grandeza, historia e inmensidad de Argentina, se ponga en manos de un brujo teniendo a Messi. Pero uno no puede por menos que creer (y así lo escribo) que eso de contratar a un brujo para ganar en Quito es la mayor y peor ofensa, insulto, que se ha lanzado sobre la enorme y tremenda personalidad futbolística de Leo Messi, que sigue llorando cuando su Argentina no es capaz de ganar. De ahí, tal vez, que acabase logrando un triplete tras ver como Ecuador se adelantaba en el marcador a los 52 segundos de partido.

Yo lo siento, pero Messi debería darse cuenta de en manos de quién está. Cierto, a Messi le importan poco, o nada, quiénes son los dirigentes del Barça o de la AFA, pero eso del brujo suena a ofensa, a burla, a fantasmada. Una cosa es que Jorge Sampaoli se relaje oyendo a Los Redonditos de Ricota y a Los Callejeros y otra, muy distinta, es que antes de que Messi pise el césped del estadio Atahualpa, un brujo pretenda hacer magia o plante ajos, cebollas o bellotas para que la energía positiva llegue a las piernas del mejor jugador de todos los tiempos.

Cuando uno tiene en sus filas a Messi, confía en Messi. Y si ni siquiera con Messi te da para ganar la Liga, la Copa, la Champions o clasificarte para el Mundial, entonces es que no merecías ganar la Liga, la Copa, la Champions ni ir al Mundial. ¡Déjate de brujerías!